1 de agosto de 2006 - El Periódico. Pag. 26
Feria del libro
Por: Méndez Vides
Las librerías son los lugares más amistosos del mundo, sitios donde me encanta entrar y pasarlas horas, hojeando y buscando entre la infinidad de títulos uno que despierte el ensueño o avive el entendimiento. En diferentes países he vivido la experiencia maravillosa de encontrar refugio en las librerías al paso, así como realizado grandes trayectos con tal de volver a una librería que me produjo una buena impresión. Las que repelo y me hastían son algunas de las nuestras, las raquíticas donde se espanta al lector al preguntarle de entrada qué libro anda buscando, porque no necesariamente uno anda buscando algún título o novedad, porque el placer y las obligaciones didácticas son asuntos diferentes, porque con los libros uno nunca sabe qué es lo que persigue ni con qué se va a encontrar. Me molestan las librerías que exhiben los libros dentro de bolsas plásticas selladas, porque se pierde la posibilidad de abrirlos, olerlos, calcular el tipo de letra y el poder de nuestra visión, y experimentar párrafos sueltos para determinar el estilo del autor, y me molestan más aquellas donde un vigilante nos ordena dejar el libro en su lugar, porque solo hay que ver, porque si no compra no magulle. Esa es una costumbre inspirada en los negocios tres x de revistas porno de los anglos, que por aquí hemos aprendido y aplicamos como maña al mundo sano de los libros. También es molesto cuando cierran la puerta con llave tras de uno y hay que pedir que nos abran para salir. Lo maravilloso de las librerías de los países desarrollados es que los interesados pueden llegar sin compromiso, pasarse horas enteras viendo lo que hay sin que nadie nos moleste, comprando o sin comprar porque hay ocasiones en que el lector se empalaga y deja para otro día la decisión, así como hay otras cuando uno se desboca y sale endeudado, cargando un costal que pesa como si llevara piedras. La posibilidad de ver y hojear, y de tener tantísima variedad para disfrutar sin que se agoten las existencias luego de 20 metros de recorrido, solo sucede en Guatemala cuando nos toca albergar la feria de la región, por eso es este evento tan importante para todos, porque es una experiencia fundamental para los niños que llegan con sus padres a descubrir que existe tanto por leer, para los jóvenes que aprenden que no todo es deporte y reggaeton, un respiro de abundancia para quienes gozamos la lectura y podemos pasar jornadas enteras viendo, buscando y charlando con los amigos. La feria ya empezó en los campos del Parque de la Industria, y está esperando nuestra visita a lo largo de toda esta semana, con libros variados y una serie de actos culturales que se anticipan especiales. No se la pierdan, porque en la tierra de la recesión solo nos corresponde una semana cada vuelta de rueda para acercarnos a los libros como en el mundo civilizado.
FUENTE: El periódico |