Lunes 24 de Julio de 2006 - Pag. 19. El Periódico: Opinión
Invitación a leer - Con la irrupción de la TV y de la internet se profetiza el fin del libro
Por: Edgar Gutiérrez
No es el inalcanzable ritmo de una desquiciada competencia económica ni las ofertas siempre chatas de la tecnocracia para una humanidad tan diversa e impredecible. Tampoco se trata del oropel de abundantes ríos de dinero que algún día –nos dicen– rebalsarán hacia las tierras áridas siempre abandonadas de la pobreza. La esperanza no nace solo de la materia, brota también del espíritu.
La salvación de países desahuciados como el nuestro está en la cultura. Cualquier esfuerzo, por insignificante, emprendido en la recreación de las lenguas, la plástica, la música, la comida, la representación teatral, el diálogo con los elementos y tantas manifestaciones del espíritu humano, será un soplo de arrebato a la desesperanza.
Un tributo especial tendremos siempre por la tradición de la palabra escrita, cuidadosamente ordenada para comunicar experiencias, emociones, conocimientos; por el libro y sus nomenclaturas, que igual apaciguan que subvierten el mundo. Atrapando mitos y liberando karmas. El libro es, sobre todo, la invitación en primera clase a viajes sin fronteras de tiempo, hacia geografías insospechadas y representaciones mágicas.
Un lector voraz –David, lo he citado en otras notas– conoce el mundo sin haberse movido jamás de Guatemala. Igual describe el desierto de Atacama, recovecos de Shangai o el abrazo de los océanos en Ciudad del Cabo. Conversa sobre ixiles y boxboles, linajes árabes o la guerra del Peloponeso.
Eso me lleva a pensar que la primera globalización fue la del espíritu, y el libro compareció como llave de acceso. Heródoto y Cervantes, Pitágoras y Shakespeare. La Biblia, el Corán, el Pop Vuh. Parafraseando a Luis Cardoza, el libro es la prueba concreta de la existencia del hombre.
Los escritores codifican la vida y cada lector al recorrer un libro realiza un arte singular de apropiación. Un país que celebra el libro no puede caer. El cónclave del libro que inicia el próximo viernes 28 es un acto de rebelión contra el fardo de la decadencia y la crueldad que gobierna las calles. Ojalá sean jornadas multitudinarias y que diarios, estaciones de radio y televisoras se unan a esa celebración de la palabra.
Con la irrupción de la TV y de la internet se profetiza el fin del libro. Pero el libro se niega a morir porque es el polen de las civilizaciones. Y ha jugado la vuelta: por la pantalla vemos y oímos a los literatos, por el internet tenemos acceso a veces gratuito a sus libros, o los mandamos a comprar. Si, como decía en su obra póstuma John Kenneth Galbraith, “la guerra continúa siendo el peor de los fracasos humanos”, quizá el libro pueda salvarnos del despojo total.
FUENTE: www.elperiodico.com.gt |