Imágen de portada: Carolina Escobar Sarti y Beatriz Sandoval.
Foto de la autora: Alejandra Arias.
Contenido:
I. Poemas suicidas
El olvido de nadie
Te quedaste en silencio
Hoy es el día más triste
Llegaste en octubre
Vestida de adiós
Esa nostalgia de los jueves
Palabra machete
El disfraz de las bestias
Nunca bajaste los brazos
El silencio de la muerte
Las bestias no saben
La niña se quedó sin canción
Se fue volviendo tierra
Sol de noche
La muerte de un sueño
Sobre tu coraje
Primera llamada
La niña tiene sed
El penúltimo poema
Yo te hablé del porvenir
Martina, para siempre
II. Tanto río
Tanto río
Segunda llamada
Enter – Delete
En el umbral de la barbarie
País de orillas
Condenados a olvidar
Por dónde doblar el agua
Todo es medido
Gigantes solos
Los necios de la esperanza
Sol quieto
Museo del holocausto
Animales inusuales
Soneto a las arrugas
Gacelas cruzando
III. Poesía inmarcesible
La nación que va conmigo
Lo incierto y las palabras
Al árbol, por sus nidos
Sala de espera
De niña comía barro
Prometo amor
Quise poner miel
Yo, tú, ella, nosotras, vosotras, ellas
Volvés a mi cuerpo
Diosa sin nubes ni noches
MartinaMARgarita
Piedra de fuego
Fantasma sin cronología
Nada más cierto
Pedagogía de lo bello
Adverbio de aproximación
Caligrafía
Tercera llamada
A la vida.
De contraportada: Hay libros que no sólo se leen; se sienten, se viven y, a veces, incluso nos transforman. Tanto río de Carolina Escobar Sarti es uno de ellos. Además de la poesía de alto calibre a la que nos ha acostumbrado la autora, este libro es una confesión, una crónica y un canto obstinado a la vida. Lo que Carolina logra en estas páginas sabe a milagro literario: toma el dolor de la pérdida, el desgarro de la memoria, y los convierte en un torrente de palabras que abrazan y abrasan.
Primera llamada. Mientras se lee Tanto río, no se puede dejar de pensar, casi con un nudo en la garganta, en la fuerza del agua: cómo arrastra todo a su paso –sueños, huesos, hermanas mancilladas, flores imaginadas, montañas dobladas, piedras que son templo, cueva y vacío– cómo limpia incluso aquello que creíamos imborrable, cómo cura las heridas que nos niegan sentir en paz.
¡Pero qué equivocados estamos si creemos que el agua es suficiente! Dijo el poeta mexicano Ramón López Velarde que el mar “es menos grande y menos hondo / que el pesar”. Así de dolorosos se sienten los versos que Carolina dedica a la muerte, a ratos llamada Martina Mar Mujer y hacia el final del libro nombrada en una palabra fusionada, casi un mantra: MartinaMARgarita.
Segunda llamada. Carolina lo susurra y luego lo grita: no es el agua lo que salva, ¡es la palabra! Esa palabra que no se calla, que enfrenta lo innombrable con un coraje feroz, como si no tuviera miedo de hundirse en la desesperanza. Pero ¿qué hacemos cuando hasta la palabra parece tambalearse? Carolina nos dice que la usamos para resistir. ¿Resistir a qué? ¡A todo! A la ausencia, al caos, a este mundo que parece estar derrumbándose bajo nuestros pies como un puente que no soporta más el peso de nuestras decepciones.
Y ahí es cuando uno piensa: ¿y si la palabra tampoco basta? Porque, seamos honestos, las palabras también pasan, llevándose nuestras historias, nuestras pequeñas glorias, nuestras certezas más queridas. Se llevan incluso a los “necios de la esperanza” que un 14 de enero en la plaza de Ciudad de Guatemala desearon la “fruta y la flor” de unos nuevos gobernantes que la gente votó “para mantener / el fuego ardiendo”.
¿Qué queda entonces? ¿Un eco que se desvanece? Carolina parece decirnos que sí, que ese eco puede ser lo único que quede de nosotros si no aprendemos a resistir ahora, ya, hoy. ¡Porque el río no espera! No perdona, no negocia, no da tregua. Y ahí estamos nosotros, con el libro en nuestras manos, pensando que tal vez nos estamos quedando sin tiempo. Y, vaya revelación, ¿qué es más aterrador que eso?
Tercera llamada. Lo que más conmueve de Tanto río es su transparencia brutal. Carolina no nos ofrece consuelo fácil ni respuestas simplistas. En lugar de ello, nos invita a enfrentarnos a lo que duele, a mirar de frente a nuestras cicatrices y a recordar que, como el agua, siempre podemos encontrar un nuevo camino. Un camino inmarcesible, en el que uno puede reír y llorar al mismo tiempo. Como ella misma escribe: “Recostada con el muro / río / e imagino lo que está más allá”. Esa es, quizás, la lección más importante de Tanto río: hay algo más allá. Siempre lo hay.
Guadalupe Loaeza / Diego Antoni
Presentación "Tanto río. Poesía inmarcesible" de Carolina Escobar Sarti
Martes, 11 de febrero de 2025
Carolina Escobar Sarti. Guatemalteca. Escritora, columnista de prensa, investigadora social, profesora universitaria y actualmente directora nacional de Asociación La Alianza, entidad que trabaja con niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual y trata de personas o en situación de migración. Ha publicado varios libros de poesía, cuentos, ensayos, obras de investigación social y cientos de artículos de prensa.
Autora de La penúltima luz (Ediciones El Pensativo, 1999); Palabras sonámbulas (Editorial CES, 2000); Rasgar el silencio (Editorial Palo de Hormigo, 2003); No somos poetas (F&G Editores, 2006); Patria mi cuerpo: Historia de una mujer desnuda (F&G Editores, 2009); Te devuelvo las llaves (F&G Editores, 2010); Exiliarse del corazón. Cartografía de amor y resistencia (Editorial Cultura, 2012) y Nada pesa (p = m x g) (F&G Editores, 2017). Otro libro, denominado también No somos poetas (distinto al anterior, en coautoría con Paula Acevedo y Tonibelle Che), fue publicado en el marco del proyecto Escénica/Poética. (Catafixia Editorial, 2017). Cuatro años más tarde, se publica Diarios de saliva y encierro (F&G Editores, 2021).
Como escritora ha representado a Guatemala en festivales y encuentros de poetas y escritores en Centroamérica, México, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Hungría, Alemania, Barcelona, entre otros. Ha recibido reconocimientos de distintos grupos, organizaciones y entidades: Primer lugar en el III Certamen Nacional de Poesía Musicalizada Voces de Mujeres 1996, por el poema “Perdones Viejos”; el Premio Unicef a la Comunicación 2000 por mejor artículo en prensa escrita. También ha recibido reconocimientos de la Hemeroteca Nacional, del Seminario de Cultura Mexicana y la Embajada de México, del Movimiento de Mujeres, de universidades nacionales e internacionales, y la Medalla Olof Palme, entre muchos otros. La Feria Municipal del Libro Guatemala-2007 llevó su nombre, y el Festival Internacional de Poesía que se realiza cada año en Quetzaltenango, Guatemala, le fue dedicado en el año 2013. En ese mismo año recibió también la medalla de la Orden Vicenta Laparra de la Cerda, otorgada a escritoras de reconocida trayectoria en la vida nacional. En el año 2016, le fue dedicada la Feria Internacional del Libro de Lawrence, Boston, Massachussets y en octubre de 2021 recibió un reconocimiento del Senado del Estado de Massachusetts por sus “contribuciones al Cánon de la Literatura Latinoamericana y su participación en la Feria de 2016”.