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*. Revista D / Prensa Libre. Pag. D-33. Guatemala, domingo 1 de agosto de 2004.

Transparencia del mal

El Criticón*

Alejandra Flores

En su nuevo poemario, Alejandra Flores escribe sobre sus amores, el desencanto, la rabia. Se divide en cuatro partes: Transparencia del mal, Viuda de na die, Estado naciente, y De muertos y olvidos. En la primera habla del silencio y de la muerte; en la segunda habla de sí misma; en la tercera, del amor y la pasión, y en la cuarta, del desencanto. Publicado por F&G Editores.

*. Siglo XXI / Magazine: Tiempo libre. Pag. 12. Guatemala, del 01 al 07 de agosto de 2004.

El amor no se pierde, se abandona
Juan Pablo Dardón*

Transparencia del mal. Alejandra Flores. F&G Editores (2004). 90 páginas.

No cabe duda: el infierno no es otra cosa que el espacio entre dos cuerpos que se desean. Alejandra Flores lo hace ver de una manera justa y, el título lo dice, transparente. Contrario a su poemario anterior (Ternura derrotada, Edit. Oscar de León Palacios, 1998), aquí hay más desarrollo de la palabra por medio del autoanálisis. Aborda al deseo y lo putea con rabia, lo reniega; luego se deja seducir de nuevo por ese hombre que son todos. Ciertamente escribir poesía es un juego de exorcismos, y Flores lo hace cumpliendo las reglas: es introspectiva, de duele, se explica y se salva de sí misma. Lo hace con una palabra. Pero como explica Luis Aceituno en la contracarátula, "es, sobre todo, un libro de poemas de amor". Flores es una romántica a fuerza de caídas, un posible remedio para sobrevivir y sobrevivirse. Buena lectura para antes que termine el invierno.

*. elPeriódico / Cultura y más. Pags. 29. Guatemala, lunes 9 de agosto de 2004.

Transparencia del mal

Estantería*

Alejandra Flores/FYG Editores

Este es el segundo libro de poemas de Alejandra Flores. En este nuevo viaje por la lírica, la autora encuentra dentro de si angustias, confusiones y amores pasados y las presenta a modo de palabras. Se trata de un libro crudo e intenso.

Alejandra Flores ha publicado su poesía en antologías: "Para conjurar el sueño", "Mujer, desnudez y palabras. Antología de desmitificadoras guatemaltecas y en revistas literarias nacionales.

Más que la hija del Bolo
Alejandra Flores es autora de Transparencia del mal,
libro que será presentado esta semana.

Gustavo Adolfo Montenegro*

*. Revista D / Prensa Libre. Pag. D-26. Guatemala, domingo 3 de octubre de 2004.

 

 

 

“Me gustaria morir leyendo”: Alejandra Flores.

“Me ha costado trabajo que la gente me perciba como alguien diferente, con una personalidad, intereses y creatividad totalmente diferentes a los de mi papá”, dice la escritora. No pocas veces ha vivido este diálogo: ¡Ah, usted es hija del Bolo Flores! Ella responde: “No, yo soy Alejandra”.


¿Qué tanto le afecta ser hija de Marco Antonio “Bolo” Flores?
Mi papá es un tipo inteligente, ético, con una cultura general increíble. Pero también nos dio una sobreprotección extrema que es la raíz de muchos de mis miedos. Me dio la posibilidad de tener acceso a una apertura ideológica, filosófica, literaria, existencial. Todo eso me hizo una persona distinta, no una copia de él. Tengo mi propio nombre.

 

¿Qué tanto de siquiatra hay en la escritora?
En mis poemas hay muchos temas sicológicos, porque uso el lenguaje que tengo a mano. De alguna forma, he plagiado palabras de gente que me hicieron sentido. Sin embargo, lo básico es el deseo existencial de plasmar mis angustias y mis miedos y mis demonios.

¿Alguna vez te has arrepentido de ser siquiatra?
Jamás. Es algo que fue muy claro para mí, al vivir la represión de mis papás y haber necesitado de esa atención. Al conocer a víctimas de la represión, exiliados en México, pensé en la necesidad de transformar el dolor de la gente.

¿Cuánto tiempo abarca este libro?
No tenía ninguna prisa por publicar. Desde Ternura Derrotada (publicado en 1999) empecé a escribir textos para éste. Escribir, para mí, no es un continuo, ni una obligación. Escribo cuando lo necesito y lo hago para mí.

¿Entonces para qué publicar?
Me han dicho que mi poesía es intimista, pero creo que es la voz de muchas mujeres a través de mí. Por mi trabajo como siquiatra (con víctimas del conflicto armado, con ancianos y actualmente en el ejercicio clínico) sé del sufrimiento de la gente. Por mis oídos y ojos, todo ese dolor se transforma en poesía y hay que compartirla.

Hay un poema dedicado a mujeres, en el cual las invita a descuartizarse...
Ese texto fue porque me di cuenta que en el ámbito de izquierda, donde supuestamente las feministas son solidarias, hay un montón de hipocresía y chismes. Hay misóginas que no dudan en despedazar a otra mujer.

Siquiatra, escritora y madre
Alejandra es madre desde hace varios meses. Antonio juega en su araña durante la entrevista. Es un bebé juguetón que al terminar esta conversación estará profundamente dormido.

¿Qué tanto ha cambiado su vida con la maternidad?
Hace algunos años, decía: mi vida es tan intensa que daría lo mismo morirme hoy que en treinta años. Cuando se dio el hecho de ser mamá de Antonio, mi forma de ver la vida cambió: cada día descubro una sonrisa diferente, un grito, me siento llena, me invade toda la ternura que te podrás imaginar. Además, a los 40 años, como dijo una amiga, se viven las cosas con otra intensidad.

A los 40, o antes, muchas mujeres ya no dicen su edad...
Ocultar la edad es una ridiculez. Tengo 39 y en unas semanas cumpliré 40. Me siento bien con lo que he vivido, sufrido y enfrentado.

*. Prensa Libre / Buena Vida: Cultura. Pag. 55. Guatemala, miércoles 6 de octubre de 2004.

Libros de poesía
Esta semana se entregan (...) libros, de Alejandra Flores (...)

El poemario Transparencia del mal (F&G Editores, 2004, 90 páginas) de Alejandra Flores, será presentado mañana jueves en librería Sophos, Avenida Reforma 13-89 zona 10.

El poeta Emilio Solano Señores escribió acerca de Transparencia del mal: “el libro de poemas de Alejandra Flores, más allá de dar estilo a la temática, es el descubrimiento de un mundo personal, que desata un odio atinado y puntual. (...) Alejandra Flores debe ser una poeta determinante en la forma de escribir la poesía guatemalteca actual.

“Entiendo que los golpes al sexo opuesto, son parte de su tolerancia y no reproducen intolerancia discursiva, porque su poesía no tiene raíz en la venganza sino en el amor aparente o en el desamor, que es diferente”.

Alejandra Flores ha publicado el poemario Ternura derrotada. Su obra aparece publicada en diversas antologías, diarios y revistas del país tales como La Ermita, revista USAC y Magna Terra.

*. elPeriódico / Actualidad: Cultura. Pags. 23. Guatemala, miércoles 6 de octubre de 2004.

Alejandra: La Flores del mal
Ariel Ribeaux*

Alejandra Flores presenta mañana su nuevo poemario Transparencia del mal (F&G Editores, 2004). La cita es en la librería Sophos (Avenida La Reforma 13-89, zona 10), a las 19:00 horas. En esta entrevista, cuyo título evidentemente parodia una de las obras mayores de la literatura universal –Las flores del mal, de Charles Baudelaire–, la autora nos habla de los por qué y los cómo de su libro y de su relación con la creación poética.

“Transparencia del mal” es un libro muy personal, en el cual se evidencia la relación de complicidad existente entre la voz del sujeto poético y la voz autoral. Háblame acerca de cómo manejaste esta relación durante el proceso de escribir y estructurar el volumen.
– En realidad nunca pensé en cómo estructurar nada. Los poemas empezaron a salir desde 1998 hasta diciembre del año pasado. El proceso fue lento, en períodos muy dispersos. Luego, querer estructurar el libro fue también complicado, porque no había un tema central, sino que había poemas que quizás hablaban de lo mismo. Al final, cuando el editor empezó a presionar, yo comencé a ver dónde iba cada poema. Realmente yo escribo, guardo los textos en la computadora, después pasan meses sin revisarlos y luego vuelvo a ellos. No recuerdo ni cuándo los escribí, ni en qué contexto ni nada… Es un proceso de catarsis finalmente, en el cual llega un momento en el que vos querés estructurar un libro y lo hacés, aunque no escribís con la idea de hacer un libro. Tal vez fue una relación un poco irresponsable, pero muy espontánea.

El libro temáticamente puede considerarse como un conjunto de poemas de desamor más que de amor, o de amores fracasados, trágicos, incluso mediocres. Como poetisa insistes una y otra vez en el lado menos telenovelesco de las relaciones afectivas, en la neurosis que a veces las alimenta y que termina por esterilizarlas. ¿Por qué?
– Creo que las relaciones afectivas, en su mayoría, tienen un final. No creo en el amor de la telenovela; como en el materialismo: todo empieza, tiene su proceso y luego termina o se transforma en otra cosa. El amor de relación de pareja raramente puede mantenerse como al principio; se pasa a otra cosa que no es la relación de enamoramiento que iniciaste… Para mí, el amor tiene que tener su contexto básico, que es la pasión, la ternura, la solidaridad, el respeto, la autenticidad… Cuando el amor llega a ese lugar común al que llegan las relaciones en el contexto machista, donde hay dominación, traiciones y este tipo de cosas, acaba para mí. No es precisamente porque sea trágico, sino que así es. Quizás en Guatemala sí se maneja el amor como algo utópico y telenovelesco, pero la realidad te habla de otra cosa. Y eso fue lo que quise retratar.

En “Transparencia…” empleas un discurso sumamente directo e intempestivo que no deja lugar para lo sugerido ¿Partió esto de una necesidad catártica e impulsiva o lo concebiste de modo racional, pensando en el impacto que causaría en los lectores?
– No, yo no soy de quienes buscan impactar al lector. Es un impulso que nace de algo que no está racionalmente pensado; es el impulso puesto en palabras. El inconsciente sale y no hay mentiras ahí, porque no hay autocensura. No busqué jamás el impacto en alguien más, ni siquiera en el interlocutor más cercano.

Si bien, genéricamente el sexo masculino constituye la diana donde confluyen tus saetas, en tu juzgar de la condición humana, también abordas con mirada implacable a determinado tipo de mujeres. Así, tu poesía lleva la impronta de una especie de descreimiento de casi todo y de casi todos. ¿Por qué?
– Tal vez mi poesía se percibe como decepcionada o con una visión negativa o fatalista de la realidad, pero no… Un poema como Oda a las mujeres civilizadas sí fue algo directo. Surgió a partir de un enojo, en función de los comentarios que las mujeres feministas misóginas hacían de las demás. Creo que, si bien vivimos en un país machista donde las mujeres son el foco de la agresión, no debería ser mujer contra mujer. Creo que finalmente hasta quienes se pretenden feministas, o civilizadas, son iguales a todos. Vivimos en un país machista en general, sean hombres o mujeres, y lo más triste es que las mujeres sean las más misóginas.

“Transparencia del mal”, a fin de cuentas y según mi criterio, es un libro que de manera general, tras la desidia, el dolor y los tormentos, transparenta un universo existencial copado sobre todo por una absoluta soledad...
– Eso lo asumí después de tenerle mucho miedo a la soledad. Afrontar mi propia soledad con responsabilidad, con decisión y con absoluto conocimiento de saber cuál es su precio, me hace de alguna forma libre, y con los años he logrado obtenerlo. A pesar de que tiene su costo el estar sola, es algo muy gratificante, porque al final los humanos estamos solos, incluso en compañía. Dentro del contexto de este libro es una satisfacción encontrarme con esos poemas que hablan del dolor, pero también de trascender etapas, de cerrar capítulos de tu vida y pasar a otra cosa.

*. Prensa Libre / Cultura. Pag. 69. Guatemala, lunes 18 de octubre de 2004.

Transparencia del mal
Margarita Carrera/Revelaciones*

En edición bella e impecable, F&G acaba de lanzar el último poemario de Alejandra Flores, titulado "Transparencia del mal"; el segundo, después de "Ternura derrotada".

Sin embargo, su obra ya aparece en diversas antologías, la última de ellas: "Mujer, desnudez y palabras. Antología de desmitificadoras guatemaltecas" de Luz Méndez de la Vega.
Pero Alejandra no es sólo poetisa, es también psiquiatra, lo que la hace conocedora de los laberintos del alma. En la entrevista que le hizo Gustavo Adolfo Montenegro -en la Revista D-26 de Prensa Libre- confiesa que en sus poemas "hay muchos temas psicológicos". No es extraño, luego, que en ellos aparezcan palabras como "inconsciente" o nombres como el de Lacan, recreador del psicoanálisis freudiano. Como profesional, Alejandra sabe del sufrimiento ajeno, pero "por sus oídos y ojos, todo ese dolor se transforma en poesía".

Sin embargo, lo básico en Alejandra radica en su deseo existencial de plasmar angustias, miedos y demonios que la atormentan. En este sentido, escribe una poesía intimista, que -por la misma razón- llega a muchas mujeres que se identifican con ella.

Se ha dicho que la poesía de una mujer resulta ser como su imagen en el espejo.
Palabras y formas poéticas rara vez dejan de reflejar, en una u otra forma, su fisonomía física y mental. Son como la cara: espejo del alma.
El retrato de Alejandra en la solapa del libro, confirma esta teoría: una linda joven de pelo negro y lejana mirada profunda. "Me gustaría morir leyendo", declara en la entrevista, tan intenso es su amor a los libros. Sin embargo, ahora como madre su vida está llena de ternura.

"Transparencia del mal", según Luis Aceituno, "es, sobre todo, un libro de poemas de amor. De amor loco, intenso, desesperado. Una apuesta apasionada por la vida, en una sociedad cada vez más corroída por la muerte". Sin adornos, con un lenguaje claro y directo, Alejandra va escribiendo sus poemas a manera de catarsis. Con ellos desciende a las honduras de su inconsciente que, implacable, siempre está al acecho: "El inconsciente / actúa con autonomía / tiene vida propia / me conoce más que yo / Y obviamente me traiciona / se ríe / se regodea al observarme". Es la psiquiatra que se autoanaliza, pero también la poetisa que saca de lo más hondo de sí la angustia existencial. Detrás de ambas está la mujer que ha alcanzado la madurez y se enfrenta a la vida de manera intensa a través de la poesía que la libera y delata al mismo tiempo. La codependencia que la desgarra deja intuir lejanamente el ansia de la muerte como liberación. El suicidio como vuelo más que como derrota. Consciente de estar inmersa en una sociedad que oprime a la mujer, Alejandra asume la poesía como la apropiación de sí misma, del propio espacio intelectual y espiritual en el que se desenvuelve: "Autodestructiva / sobrepasando los límites de mi cuerpo / volcando sobre mi misma la ira que te tengo / llega a la anomia y alabo a / Ixtab (diosa del suicidio)".

*. Revista D / Prensa Libre. Pag. D-24. Guatemala, domingo 12 de diciembre de 2004.

¡Ah, un libro! Gracias...
Quizá al principio la reacción ante el obsequio será
de extrañeza. Con el paso de las páginas, esto puede cambiar.

Gustavo Adolfo Montenegro*

Atrévase a decirlo

Las mujeres son enigmas de apariencia hermosa que si no se tiene cuidado, se convierten en bombas de tiempo que estallan en la cara del descuidado. Alejandra Flores exprime las palabras que confiesan esa forma de amar, odiar o despreciar, que ellas no siempre se animan a revelar y que los hombres no necesariamente saben leer. Si usted, hombre, no entiende "por qué ella es así", no pregunte: lea.

*. Revista La Ermita / La plaza. Pags. 41-43. Número 37. Guatemala, enero - marzo de 2005.

Seducción infinita y transparente.

Gloria Hernández*

Crear es interrogarse. A decir de Virginia Wolf, lanzar el anzuelo a nuestro lago interior en busca de respuestas. Para el ser humano, La creación resulta esencial, por cuanto el diálogo que se establece con un interlocutor desconocido por medio de la obra evidencia, poco a poco, que la realidad no nos basta. Que vivir es ir esbozando la propia existencia a tinta china. Que escribir es vivir las existencias que imaginemos a pinceladas de muchos matices. Para Alejandra Flores, escribir poesía es pintar la vida con todos los colores que surjan de ese prisma que lleva dentro. E intentar comunicarse a través de ese medio cristalino con otro en busca de esa otra transparencia llamada amor. Y es aquí, en el detalle puntual del sentimiento, donde se enlaza con aquellos otros creadores que han utilizado la metáfora de la transparencia del mal como detonante de su imaginación. Para Edmond Jabés por ejemplo, "el infinito tiene la transparencia del mal". Para Jean Braudrillard la transparencia se refiere a la seducción. Es decir que, el amor, el infinito y la seducción comparten ese espacio fronterizo de la transparencia del mal...

Transparencia del mal: >
De la presentación (Gloria Hernández)

 

*. Revista La Ermita / La plaza. Pags. 45-46. Número 38. Guatemala, abril - junio de 2005.

Transparencia del mal
Poesía
Alejandra Flores
F & G Editores
88 páginas.

 

 

 

 

Acerca de las transparencias de Alejandra Flores.

Juan Carlos Pérez*

Permítame iniciar con una pregunta. ¿Se han escondido tras las cortinas para ver como una mujer se desnuda en la oscuridad de su habitación? La sensación de estar frente a la más profunda intimidad femenina es altamente excitante, ejercicios adolescente de jóvenes de barrio para obtener una dosis de adrenalina.

Leer "Transparencia del mal", de Alejandra Flores, es como esconderse en una de las habitaciones de la vieja casa de Alejandra para descubrir sus bellezas y sus horrores, sus planicies y sus barrancos esenciales, es abrir un poco más el escote, es descubrir lo que la hace existir no como poeta, sino como humano.

Me emocionó descubrirla sufriendo de insomnio, (recuerden estamos como seres inciviles dentro de su habitación observándola), pero con atención microscópica al ejercicio cabal del poeta, escuchar el silencio, sintiendo solamente, con los ojos abiertos y en voz alta murmurando:

"Me conformo/ cierro los ojos escucho la soledad/ la polilla comiéndose al tiempo/ Afuera de mi está/ el frío/ mi compañero vacío".

Alejandra se levanta y escribe cartas a lo que odia y a lo que ama, Alejandra levita en su habitación, en un extremo la euforia artificial, en el otro la cordura y la seriedad de un párroco el domingo por la mañana, Alejandra vaciándose de tanto llorar, ¿o reír? Creo que la intención de la autora no fue desnudarse ante los lectores, sino aparentarlo para que nunca descubramos su verdad.

"Pero a pesar de todas las ies
que tengo apretujadas en la conciencia
su irrupción violenta como ola
es tan poderosa
que me hace vivirlas en un bar
incesantemente"

Estos versos son un ejemplo de la auto-observación, de la auto-aceptación feliz, que recorre este libro, que sin duda es producto de la más profunda auto-conversación.

Al mismo tiempo, auto-define su poesía como "simples constructos de la cólera", y al tener la cólera como materia prima de las letras se corre el riesgo de ser simplista, se corre el riesgo de hacer notas auxiliares para la memoria a la hora del slow-down de la tarde en la ciudad de Guatemala, Alejandra toma el riesgo y lo convierte en importantes constructos de la mente femenina:

"La vida me ha dado en toda mi muerte
decidí entonces dejar de usar la máscara de
bonita
abandoné la parafernalia de la belleza
y empecé a enfrentar al mundo como gente".

Antes de finalizar el ritual de comunión con Alejandra, se perfuma de sinceridad (que siempre se agradece en un libro de poesía), y el aluvión sentimental, todo ese cúmulo de "insomnios vacuos", como ella les llama, se convierten en una erótica despedida.

"me conformo con la etología de los olores/ dilatando mis pupilas/ que no es excluyente pero tampoco suficiente"... "Me excita el solo pensarte/ y te sueño despierta todo el tiempo/ Deseando hacernos el amor en el momento en que llegue/... Llegará y será como nunca ha sido".

Pero antes de apagar la lámpara de la mesita de noche, nos tira la puerta en las narices y nos muestra su puerta grande, donde cada mañana sale triunfante agitando banderines de mujer autosuficiente.

"Saber que no hay retorno/ perderme/ parecer loca/ Estar loca/ No podés tocarme/ ni con tu desprecio".

Un viaje por las entrañas de la mente de su autora, eso es "Transparencia del mal" de Alejandra Flores.

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