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*. Diario La Hora / Suplemento: Cultural. Pag. 3. Guatemala, sábado 22 de septiembre de 2001.

Prólogo
Oscar Clemente Marroquín*

"La complejidad del proceso de paz en Guatemala es enorme y encuentra en la difusión (o falta de difusión) del trabajo de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico una patética muestra de sus dificultades, porque en ello se evidencia la actitud cerrada de una sociedad que no sólo se ha negado a aceptar las conclusiones de la Memoria del Silencio, sino que además se niega a reconocer que el conflicto tuvo causas estructurales muy profundas".

La humanidad está acostumbrada a presenciar procesos de paz que son resultado del triunfo de una de las partes sobre la otra y de esa cuenta la imposición de condiciones del vencedor hacia los vencidos constituye teóricamente el marco de la paz tal y como se conoce a lo largo de la Historia. Las condiciones mundiales, sin embargo, influyeron para que los conflictos armados de América Latina fueran desmontados sin el triunfo de ninguno de los actores y sin que se superaran las causas que dieron lugar al surgimiento de la lucha armada. Crear un proceso de paz en tales condiciones es muy difícil, sobre todo si se pretende abordar la temática con profundidad y con la intención de crear una paz "firme y duradera", lo que implica no sólo el esfuerzo de la sociedad para superar esas causas objetivas de la confrontación, sino que además desmontar con base en la reconciliación toda una actitud colectiva fundada en la intolerancia y en los viejos resquemores de divisiones artificiales impuestas al colectivo social.

"Cuando Alfredo Balsells Tojo me pidió que escribiera el prólogo de este libro, me sentí profundamente honrado porque admiro la actitud de rectitud y verticalidad que ha tenido a lo largo de su vida y de manera especial el papel que jugó en el seno de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, mismo que superó con creces las expectativas más optimistas que teníamos sus amigos. Todos sabíamos que Alfredo no se prestaría al juego de conformar una comisión diplomática ocupada simplemente de llenar el requisito de cumplir con una parte formal de los Acuerdos de Paz. Por su temple y personalidad, Alfredo tendría que marcar una gran diferencia en el fruto del esfuerzo y cuando al final pudimos leer el informe y sus importantes anexos, muchos compartimos la satisfacción de ver que Guatemala tenía un crudo pero certero recuento de los horrores de una guerra que, como había dicho previamente monseñor Juan Gerardi, Nunca Más debiera darse en la geografía patria".

Este libro de Alfredo Balsells Tojo constituye un valioso aporte para reforzar el esfuerzo de la comisión. En la primera parte Alfredo hace un recuento de su percepción sobre las circunstancias de la vida del país que desde 1944 hasta 1970 fueron creando las condiciones para precipitar el conflicto armado al agudizar no sólo la crisis social, sino la exclusión y marginación política de muchos ciudadanos que, víctimas de un macartismo criollo mucho más violento y mortal que el que abanderó en su país el tristemente célebre senador Joseph McCarthy, fueron viendo cómo la guadaña iba cerrando los espacios para la discusión de los problemas del país y para la participación democrática.

"El autor hace de manera somera un recuento de importantes pasajes de nuestra historia reciente; somero porque cada uno de ellos daría para todo un libro por lo complejo de la trama y por lo profundo de sus consecuencias. La llamada Revolución de Octubre que abrió el espacio para los díez años de primavera democrática en Guatemala; el asesinato de Arana; el gobierno visionario de Arbenz; la intervención norteamericana para crearla llamada Liberación; la muerte de Castillo Armas; el gobierno de Ydígoras con el levantamiento militar del 13 de noviembre y las luchas populares de marzo y abril del 62; el establecimiento del régimen militar con Peralta; y, en fin, el pacto que los militares impusieron a Méndez Montenegro podrían ser, cada uno de esos temas, objeto de un estudio profundo porque sin entender cada una de esas etapas se corre el riesgo de no entender o de interpretar equivocadamente el drama vívido por Guatemala".

Alfredo hace un recuerdo personal de lo que vivió en esas etapas de la vida nacional y como tal su aporte motiva a la investigación más profunda de nuestra historia contemporánea.

"La parte sustancial del libro se ocupa de explicar el trabajo de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y de reseñar la forma en que sus miembros asumieron el mandato recibido. Nadie mejor que el autor para explicar desde el punto de vista doctrinario cómo la Memoria del Silencio es una interpretación correctamente extensiva del mandato para esclarecer lo que pasó en nuestro país durante los años de feroz conflicto".

Se entiende, de la lectura de la obra, que Alfredo Balsells Tojo siente la preocupación que produce la falta de proyección del informe. Un enorme esfuerzo que no estuvo ayuno de riesgos y que, sin embargo, cada día parece más encaminado a convertirse en pieza de biblioteca en contra del espíritu que le animaba a convertirse en conciencia de la Nación.

Siente, además, el efecto de lo que podríamos llamar el secreto mejor guardado de los años de conflicto, como es la identidad de los abogados que dirigieron los tribunales sin rostro que como "fuero especial" operaron durante el gobierno de Ríos Montt. La certeza de que hoy en día muchos de ellos operan en el foro nacional con la mayor tranquilidad y hasta con relativo prestigio, enturbia el necesario esclarecimiento del pasado por el tenebroso papel jugado por esa instancia aberrante que constituye uno de los aspectos cruciales del conflicto.

Creo que el libro de Alfredo Balsells llega en un momento oportuno, porque Guatemala sigue debatiéndose en un conflicto interno muy serio y una aguda confrontación entre sectores. Lejos están los sueños de reconciliación que animaron al proceso de paz y con justa razón se ha dicho que penosamente nuestro país vive en estos días una situación pre conflicto sin haber superado el pos conflicto.

Su lectura nos dará insumos a todos para profundizar en los propósitos de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y para sentir de forma más vívida la necesidad de asumir un compromiso reconociendo el peso de nuestro pasado. Podemos tener desacuerdos con algunos señalamientos que hace el autor, pero nos desafía a todos a profundizar en el pasado reciente como un paso indispensable para asumir la verdad, por dolorosa que sea, y para comprometemos seriamente con la construcción de la paz.

Creo que quienes lean este trabajo del prestigioso jurista guatemalteco entenderán cuán lejos estamos aún del logro de la reconciliación que tiene que ser producto de la justicia entendida en el sentido más amplio del término. Pero también entenderán que estando tan lejos de la verdadera paz, es preciso redoblar el esfuerzo y que los auténticos amantes de la paz abandonen su indiferencia.

Oscar Clemente Marroquín.
Guatemala, 10 de julio de 2001.

*. Diario de Centroamérica / Cultura. Pag. 14. Guatemala, martes 25 de septiembre de 2001.

Propuestas
Sección de arte, cultura, entretenimiento y sociedad

Editor: Eduardo Gómez R.*

Periodista, abogado egresado de la USAC, ex presidente de AEU y del Colegio de Abogados, Síndico 1o. de la Municipalidad de Guatemala, Consejero de Estado, Magistrado Suplente de la primera Corte de Constitucionalidad, Comisionado de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico; Columnista en los siguientes periódicos: La Hora, Siglo XXI, El Gráfico y el Periódico, así como en la Revista Crónica; y autor de varios libros, es parte del amplio, curriculum del licenciado Balsells Tojo.

El libro que hoy nos brinda, es fruto de sus reflexiones sobre el Esclarecimiento Histórico de lo sucedido durante los 36 años que duró el conflicto armado guatemalteco; de igual manera, convencido defensor de los derechos humanos y de la justicia, no es partidario del olvido, aunque sí de la reconciliación entre los guatemaltecos.

Sin embargo, para Balsells Tojo, la reconciliación no debe significar impunidad para los criminales de guerra, pues considera que la impotencia de las víctimas y de sus familiares, exigen justicia, que no es lo mismo que venganza; pues sólo así se podrá lograr una paz firme y duradera.

Sus interrogantes sobre olvido, impunidad, reconciliación y justicia, las plantea a la sociedad y a la conciencia de todos los guatemaltecos, para que no se, calle, ni se deje en el olvido a los millares de víctimas de la guarra.

Con la autoridad que le confiere el haber sido miembro de la Comisión Nacional para el esclarecimiento Histórico, Balsells afirma que el dilema para todos los guatemaltecos es de olvidar o recordar los horrores vividos durante el conflicto armado interno.

El libro consta de 230 páginas, con un excelente prólogo de Oscar Clemete Marroquín quien afirma que "La complejidad del proceso de paz en Guatemala es enorme y en la difusión (o falra de difusión) del trabajo te la Comisión para el Esclarecimiento Histórico una patética muestra de sus dificultades, porque en ello se evidencia la actitud cerrada de una sociedad que no sólo se ha negado a aceptar las condiciones de Memoria del Silencio, sino que además se niega a reconocer que el conflicto tuvo causas estructurales muy profundas".

La fundación Soros-Guatemala, el Instituto Guatemalteco de Cultura Hispánica y F&G Editores, entregarán hoy el libro "Olvido o Memoria, El Dilema de la sociedad Guatemalteca" a su, autor: Licenciado Alfredo Balsells Tojo.

"La parte sustancial del libro se ocupa de explicar el trabajo de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y de reseñar la forma en que sus miembros asumieron el mandato recibido. Nadie mejor que el autor para explicar desde el punto de vista doctrinario cómo la Memoria del Silencio es una interpretación correctamente extensiva del mandato para esclarecer lo que pasó en nuestro país durante los anos de feroz conflicto".

Según el licenciado Balsells Tojo, este libro es un aldabonazo para mantenemos alertas. Para que tanto el informe de la CEH, como el REMHI no se convierta, como dice Marroquín, "en pieza de biblioteca en contra del espíritu que le animaba a convertirse en conciencia de la nación.

El licenciado Alfredo Balsells Tojo, recibirá su libro "Olvido o Memoria" hoy alas 18.00 horas en el Instituto Guatemalteco de Cultura Hispánica (7a. Avenida 11-63 zona 9; Edificio Galerías España, 4o. nivel). La presentación del mismo, estará a cargo de José Barnoya y de Enrique Sam Colop. No falle, usted. Entrada gratuita.

*. Siglo XXI / Vida. Pag. 9. Guatemala, miércoles 26 de septiembre de 2001.

Rescate de la memoria

José Barnoya*

Cuando esa tarde de julio oí los tres timbrazos de rigor, supe al instante que provenían de tu mano amiga. Eran los mismos tres aldabonazos que se escuchaban hace muchos años a lo largo y a lo ancho de calles, avenidas y callejones, llamando a las puestas de las casas. Esos tres aldabonazos que dimos, cuando éramos chirices, no para salir huyendo de una madreada, sino para que nos franquearan la entrada para celebrar el cumpleaños del amigo del barrio de La Merced que vivía allá por el callejón Del Fino. Lo tengo grabado en la memoria, pues esa fue la tarde en que nos conocimos y estreché por primera vez tu mano franca, Alfredo Balsells.

Está tan fresco, que eso fue lo que se me vino a la memoria cuando entré en la Fiscalía. Militar allá por 1963, para prestar declaración sobre tu sufrida humanidad recluida en una de las ergástulas de la dictadura del coronel Peralta Azurdia. Un sargentón de bigote más amenazante que la tartamuda que le hacía compañía, después de preguntarme por mis generales, me conminó a responderle sobre cuándo y dónde te había conocido.

En el instante en que le respondí que desde hacía muchos años éramos amigos y que te había conocido en una piñata, enrojeció de ira y estuvo a punto de agredirme, creyendo que era una burla. Al insistirle en que decía la verdad, dejó de acaricias su metralleta y me expulsó de la sala. Acostumbrado a convivir como sus compañeros de armas, con entorchados, cachuchas y botas, mientras manipulaban, rifles, metrallas y municiones, ignoraba el militar que nuestra juventud había sido totalmente diferente. Acostumbrados a convivir con maestros de a sombrero, saco y corbata, nuestras únicas armas eran lápices, cuadernos y borradores. Era natural entonces que hiciéramos amistades entrañables que, si bien se iniciaron en la escuela primaria, se fortalecieron en la secundaria y se hicieron indisolubles en la universidad.

En nombre de esa camaradería, fue que pusiste en mis manos una historia fidedigna proveniente de tu pensamiento claro y lúcido que rescató del olvido nuestra memoria histórica.

Amistad que no es más que identidad de caracteres, comunión de ideales; sonrisa en el triunfo y lágrima en la adversidad, En nombre de esa camaradería, fue que pusiste en mis manos una historia fidedigna proveniente de tu pensamiento claro y lúcido que rescató del olvido nuestra memoria histórica. Tu nombre y apellidos completos; la efigie del Pensador de Rodin en la carátula, y la frase lapidaria de Tácito: Una mala paz es todavía peor que la guerra, atestiguaban que el libro no mentía y revelaba una historia auténtica de oprobio, impunidad e ignominia que necesitaba de un juicio severo e imparcial.

Olvido o memoria, el dilema de la sociedad guatemalteca, es un libro que entra desde ya a formar parte de la historia auténtica. Ojalá y en un futuro estas letras memorables lograran, formar parte de las bibliotecas de todas las escuelas y ocupar las mentes estudiantiles de esta tierra irredenta, desterrando así la dañina y fementida historia oficial. ¡Así sea!

*. Prensa Libre / Opinión. Pag. 16. Guatemala, sábado 29 de septiembre de 2001

—UCHA´XIK—
La intencionalidad de este olvido puede tener además de una evasión de responsabilidades, una carga de prejuicios, cuando no una connotación racista.
Olvido o memoria

Sam Colop*

Este es el nombre del libro de Alfredo Balsells Tojo, que acaba de ser publicado y que nos trae de vuelta a una historia que quiere ser olvidada. Un libro que llama a no perder de vista lo sucedido para no volver a cometer los mismos errores y lo que es peor, los mismos crímenes. Un llamado a cumplir con lo que las partes en beligerancia solicitaron y se comprometieron. El beneficiario final, únicamente será el pueblo guatemalteco, nadie más. En ese sentido, Balsells nos recuerda que la Comisión del Esclarecimiento Histórico cumplió con su mandato, pero quien no quiere cumplir con sus obligaciones vinculantes son las partes involucradas y en especial el Estado guatemalteco. En nombre de la paz y la reconciliación no se puede ni se deben olvidar los hechos de violencia y en especial la violación de los derechos humanos.

Más que un dilema, parece que el olvido es una consigna guatemalteca: es mejor el olvido selectivo que el recuerdo. No se olvida por ejemplo el día de la "independencia", el día del ejército, etcétera. En cambio, el día de la firma de la paz firme y duradera casi ni se menciona. Pareciera que en este país nada hubiera sucedido en las últimas cuatro décadas y se pregona una paz que sólo existe en papel. Los guatemaltecos en general, y en especial el grupo que monopoliza el poder más parece sufrir de amnesia selectiva. Lo que le conviene lo recuerda, lo demás es calificado de resentimiento, si no venganza. Es más fácil para el Estado y sus agentes no hablar de lo que son culpables que asumir sus responsabilidades. En este proceso intencional para olvidar, incluso, hay quienes prefieren "repartir" su responsabilidad entre todos los habitantes del país, como si igual culpa tuviera el ciudadano que de niño en un área rural no pudo ir a la escuela, porque se la quemaron, como el militar que la mandó a quemar. La intencionalidad de este olvido puede tener además de una evasión de responsabilidades, una carga de prejuicios, cuando no una connotación racista. La política de genocidio y los actos de genocidio fueron debidamente señalados y documentados por la CEH, y ante esta verdad histórica, como dice Balsells: "se trata de imponer la verdad oficial o mejor dicho la mentira de la impunidad". "Olvido o Memoria" es un libro que hay que leer porque ante una verdad tan contundente se agiganta un olvido que es impulsado por el Estado y sus agentes. En un afán de no hablar del pasado, sencillamente se pospone y se mantiene un sistema de impunidad.

Este es un libro que nos recuerda que existe ya una "Memoria del silencio", que existen recomendaciones que el Estado debe seguir; pero que los gobernantes se oponen a cumplir. Y es que la paz, como dice Balsells, no puede construirse "sobre la base del silencio".

CHAQASIK’IJ BA RI WUJ RI’ chi kuna’taj chiqe ri nimalaj taq k’ax xban pa qamaq.

*. Siglo XXI / EnpeRsOna. Pags. 16-17. Guatemala, octubre de 2001

Alfredo Balsells Tojo "La violencia nunca se justifica".

"Vivimos la cultura del ocultamiento"

Christa Bollmann*

Memoria y Olvido, el dilema de la sociedad guatemalteca, es la más reciente publicación de Alfredo Balsells Tojo. La obra recoge su experiencia como miembro de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), pero también relata su visión de la Revolución del 44 y la Contrarrevolución 10 años después. Un período que marcó el destino del país, incluso hasta la firma de los acuerdos de paz, una que, según el autor, ha quedado en el papel.

¿A qué atribuye que los años de la Revolución se muevan entre el olvido y la memoria de los guatemaltecos?

– Guatemala vive la cultura del ocultamiento porque a la sociedad le inculcaron, durante la Guerra Fría, un "anticomunis" entre comillas, como como sinónimo de antidemocracia. Y nos ha pesado desde 1954, porque se le tiene miedo a la democracia.

A los revolucionarios del 44 se les acusaba de comunistas, aunque no lo fueran.

– Guatemala tiene el "honor", otra vez entre comillas, de haber tenido un partido anticomunista, antes que el comunista. Todo el que se opusiera al Gobierno era considerado comunista. Se crearon estereotipos.

¿No se permitió la inscripción de ese partido?

– El doctor (Juan José) Arévalo no lo había permitido, pero permitió la inscripción del PUA (Partido de Unificación Anticomunista), antiarevalista. Era la gente reaccionaria, a la que aquí llamamos cachureca y liberal ubiquista.

¿Se refiere también a los religiosos?

– El cachurequismo es una forma de vida. La Iglesia era eminentemente reaccionaria. El arzobispo prestó el apoyo a la Iglesia católica contra la revolución. La sociedad, acostumbrada a la dictadura, se asustó. Aspiró al autoritarismo porque no estaba acostumbrada a la democracia.

¿Es sólo cuestión de costumbre?

– No es que (los guatemaltecos) no estén acostumbrados a manejar la libertad, es que no la conocen.

¿Persiste el autoritarismo? Hay quienes piensan que incluso se vive un régimen totalitario.

– Estamos en una apertura constitucional que permite un juego libertario, digamos que muchas veces se excede en las libertades y permite el uso y abusó de los mecanismos legales, como por ejemplo, el amparo. No hay un régimen totalitario, pero sí un autoritarismo partidista.

Usted era estudiante cuando se vivió la Revolución. ¿Cómo la ve más de medio siglo después?

– La Universidad era la conciencia del país, y la gente creía en ella. Yo estaba empezando en la Facultad de Derecho cuando Jacobo Arbenz estaba cayendo. No había tenido militancia alguna ni responsabilidad, pero los estudiantes nos dimos cuenta de que en Guatemala, con el pretexto de defender la democracia, pero se empezó a destruir igual que los movimientos sociales. Empezó la persecución. Quien tuviera dos dedos de frente tenía que oponerse. Aquella era una democracia hipócrita, de fachada, hasta que en el 63 se instauró el militarismo. Durante el gobierno de Enrique Peralta Azurdia vivimos 37 meses en Estado de Sitio. Era ridículo.

¿Se justificaba la lucha armada iniciada un año antes?

– La violencia nunca se justifica; soy de los guatemaltecos que nos quedamos en Guatemala muchos años tratando de luchar dentro de los moldes democráticos, pero no puedo juzgar si estuvo bien o mal la actuación de quienes no encontraron otros caminos para expresarse. En 1970 ya no había guerrilla, y siguió el pretexto de los gobiernos de mantener los toques de queda. Se sojuzgaba toda expresión diferente al militarismo. Ahora, éste nos agobia.

De nuevo, ¿es cuestión de costumbre?

– Los guatemaltecos pasaron del autoritarismo al militarismo, en creer que las únicas autoridades eran los comisionados militares y los jefes de los destacamentos, sin acudir a la administración de justicia. Por eso es tan mala. Aparte de que ésta fue cómplice de los militares.

¿Qué significó para Alfredo Balsells, como abogado, conocer de primera mano los testimonios de la guerra?

– En la CEH creíamos conocer lo que había pasado, pero el impacto emocional fue demasiado grande. Era la verdad expresada por las propias víctimas. Esa inequidad, ese asesinato en masa sin sentido necesita ser analizado y debatido. Si el informe que presentamos fue parcial, que se demuestre o debata, y se sepa por qué los culpables no han sido juzgados. Desde 1970 no hay un preso político en Guatemala, sólo desaparecidos. ¿Cómo es eso posible?

El olvido del informe parece un mecanismo de defensa.

– No creo que eso sea lo correcto, porque las víctimas y los deudos, que se acercaron a la CEH, pidieron justicia, no revancha. Desde que terminó el conflicto armado no hemos visto que un victimario haya sido linchado o asesinado por los familiares de una víctima. La gente quiere que se sepa que sus familiares no eran delincuentes, y desea saber dónde están sus cuerpos. Tienen derecho. ¿Por qué los victimarios tiene que convivir con las víctimas en una sociedad cada vez más perversa? No es justo que los primeros gocen de honores y reconocimiento, mientras las segundas son olvidadas.

¿Es ésta realmente una sociedad cada vez más perversa?

– Estamos en una sociedad que se debate entre la perversidad, porque mientras los victimarios y las víctimas no estén en su verdadero terreno, no podremos saber lo que ha pasado y está pasando en el país. Se señala que en el Gobierno están las mismas cúpulas de poder que estaban hace 20 años. ¿Por qué no lo debatimos? ¿Dónde están los foros académicos que deberían ocuparse de esos temas?

¿Tiene usted una respuesta a las preguntas que acaba de hacer?

– Pienso que nos quieren dar una verdad oficial. Hasta ahora se niega la divulgación del informe de la CEH, cuando era un convenio entre gobierno y guerrilla.

Pero se hizo público.

– Sí, pero no se divulga, y se niega. Incluso el gobierno anterior lo quiso negar. Ahora no se cumplen las recomendaciones.

¿A qué atribuye que la paz se haya quedado sólo en papel?

– Creo que seguimos bajo las mismas cúpulas de poder paralelo. Y se hace creer que los gobernantes no tienen que ver con lo que sucedió antes. En los círculos de poder aún se mueven empresarios que antes auspiciaron escuadrones de la muerte. El tema no se quiere debatir porque hay demasiadas personas que podrían salir impolutas. No quieren que eso se sepa.

¿Qué les corresponde hacer, según usted?

– Es básico que tanto el Presidente actual y otros políticos asuman los acuerdos de paz como compromisos de Estado. Creo que es imposible cumplir los acuerdos al ciento por ciento, porque ha habido cambios, pero debemos entrar a un debate serio, con la voluntad política de que se va a cumplir, y de que no vamos de retroceso. Si no hay un programa claro de gobierno, lo único que existe son los acuerdos de paz. Por ello es importante que se establezca la Fundación para la paz y la concordia.

Los gobiernos, según Balsells

El de Vinicio Cerezo
El fracaso del primer gobierno democrático, en 1985, de la Democracia Cristiana, fue un gobierno de trivialidad política, que no entendió su responsabilidad histórica. Se vivió una especie de frivolidad democrática. Creyeron que llegar al poder era un premio por haber estado en la oposición.

El de Jorge Serrano
Fue un gobierno sin sentido político.

El de Ramiro de León Carpio
Hubo una transición neutral, sin pies ni cabeza.

El de Alvaro Arzú
Sin haber estado en democracia, entramos, durante el gobierno de Arzú, a un neoliberalismo chocante, que vulneró la conciencia social del país. La reacción fue votar por quien estuviera en contra de eso.

El de Alfonso Portillo
Pasamos durante este gobierno a la vulgaridad política.

Hay una diferencia entre el PAN y el FRG, y como la lucha libre: una farsa en la que de un lado están los técnicos y del otro lado los rudos. Los del PAN son los técnicos, y los del FRG son los rudos. Aunque a veces se cambian los papeles.

¿Qué ha pasado con la comisión de seguimiento a los acuerdos de paz?

– Está ahí ha quedado, pero no tiene poder real. Por medio de la Fundación hay que impulsar las recomendaciones del informe Memoria del Silencio. Si todas o ciertas recomendaciones están causando escozor, hay que revisarlas, pero debe haber un debate serio.

¿No existe voluntad política?

– A este gobierno no le puede interesar si éste, integrado por los tres organismos, tiene en el Legislativo como presidente a quien está sindicado de ser uno de los principales victimarios del conflicto. Para él y su partido no hay interés de que la verdad salga a luz.

Antes me habló de los estereotipos que se crearon a partir del 54. ¿Los gobiernos de la transición democrática han cambiado esos estereotipos?

– Todavía se necesita comprender qué es la democracia. Aquí no hubo una transición democrática, sino hacia el constitucionalismo, una apertura, nada más. Pasamos de la trivialidad al sinsentido, y luego al neoliberalismo, para caer en la vulgaridad política.

¿Puede aguantar el país esa vulgaridad?

– Espero, dentro de los moldes institucionales, que lleguemos a un cambio, sin que se suspire por un general providencial, porque eso es historia. El temor es a los golpes de Estado técnicos, en los que las fuerzas políticas fuertes desplazan a las débiles. Lo que desearíamos es que el gobierno actual rectifique para que en los dos años que le faltan en el poder nos conduzca a la democracia verdadera.

¿Qué significaría que el gobierno rectifique su actuación?

– Liberarse de los más fuertes poderes paralelos que gobiernan. Significa encausar el país hacia un estado de derecho, democrático.

¿Entienden lo que es el estado de derecho?

– No. Si les molesta una ley, la cambian, y si quieren favorecer a alguien, le hacen una ley. Se abusa de los mecanismos jurídicos para proteger a los delincuentes. No puede haber democracia sin respeto a la institucionalidad y los derechos humanos.

¿Cree que el de los derechos humanos es un tema tan sensible como el anticomunismo?

– Es un tema incomprendido, es parte del folclor que muchos culpen a los derechos humanos por cosas como la fuga de los reos de El Infierno, o el costo de vida. Hay quienes no se dan cuenta de que están fundados en el cristianismo. El amaos los unos a los otros es el origen de los derechos humanos.

*. elPeriódico / Nacionales. Pag. 5. Guatemala, sábado 25 de enero de 2003

Falleció Alfredo Balsells Tojo:
el informe de la CEH le sobrevive
La intencionalidad de este olvido puede tener además de una evasión de responsabilidades, una carga de prejuicios, cuando no una connotación racista.

Juan Carlos Llorca*

La noche del jueves, un hombre de izquierdas murió en su cama. Alfredo Balsells Tojo falleció de una afección estomacal después de una vida de enfrentar el peligro.

COMO UNO DE LOS TRES COMISIONADOS para el esclarecimiento histórico, Balsells Tojo contribuyó a que Guatemala conociera los horrores de la: guerra.

Durante buena parte dé su vida, quienes pensaban como él caían abatidos por las balas de la represión en cualquier esquina o eran detenidos sin más cargos que ser "enemigos del Estado".

Su papel como comisionado fue más allá de lo que él aseguró el 23 de febrero de 1999, cuando dijo que "(A)hora, simplemente porque alguien tenía que hacerlo, soy partícipe de un informe que esencialmente trata de enaltecer y preservar la memoria de las víctimas de este choque demencial".

"Fue un fiel de la balanza, lejos de cualquier convicción política, él buscó siempre la verdad por encima de todo", recuerda Luis Ramírez, quien trabajo en el área jurídica de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH).

Esa convicción política fue la que le llevó a formar parte del Partido Revolucionario en la década de los sesenta, luego escindirse en busca de otra opción, representada en la Unión Revolucionaria Democrática (URD) que le impulsó a ser el síndico primero de la alcaldía liderada por el malogrado Manuel Colom Argueta.

Prolífico, Balsells Tojo también destacó en su actividad profesional como abogado e incluso como periodista en El Diario del Aire, fundado por el Nobel Miguel Ángel Asturias, y delegado de la Asociación de Cronistas Deportivos en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952.

Pero su acción más recordada será quizá su gestión en la CEH y su línea de vida después de ella. Después de todo, el legado de la CEH servirá para los años venideros, cuando Guatemala por fin decida reconciliarse. De momentos aseguró Balsells Tojo el día de la presentación del Informe, "...se conoce la crueldad con la que se tiñó el enfrentamiento armado, porque el silencio fue roto gracias al esfuerzo y entereza de algunos, sin que en ellos podamos omitir el recuerdo de monseñor Juan Gerardo…". Y de él mismo, aunque nunca lo dijo.

*. Siglo XXI / Redacción Vida&Cultura. Pag. 20. Guatemala, domingo 9 marzo de 2003

"Olvido o memoria denuncia la situación política guatemalteca".

Premian la denuncia literaria
El premio LASA a la literatura iberoamericana fue concedido,
en un reconocimiento póstumo, a Edgar Alfredo Balsells Tojo.

Redacción Vida/Siglo Veintiuno*

Con la frase "Una mala paz es peor que la violencia", el guatemalteco Edgar Alfredo Balsells Tojo, recientemente fallecido, inició el libro Olvido o memoria, obra que este año es ganadora del Premio LASA a la Literatura Iberoamericana.

La ceremonia de entrega del galardón se realizará en la ciudad de Dallas, Estados Unidos, en el marco del XXIV Congreso de LASA del miércoles 27 al sábado 29 del presente. Este premio consta de un reconocimiento al autor, así como el respaldo internacional para los chapines que siguen los pasos de Balsells.

El antiguo miembro del Comité para el Esclarecimiento Histórico (CEH), plasmó en su publicación una pequeña explicación acerca de los trabajos de la Comisión. Es una recopilación de ideas, denuncias y anécdotas que forman parte de los 12 tomos ya publicados por el CEH. En el libro, puesto a la venta en septiembre de 2001, Balsells plantea que el olvido de los sucesos durante el conflicto armado interno es el peor mal de la sociedad guatemalteca.

El autor expresa ampliamente en su obra que no existe presente ni futuro si se deja morir el pasado, por lo que incita a recordar lo acontecido no sólo en el conflicto armado interno, sino en gobiernos más recientes. "Olvido y memoria denuncia el incumplimiento de sus recomendaciones por los gobiernos de Arzú y Portillo", comenta el periodista José Mejía. La escritora Ana María Rodas también señala que la labor de Balsells, y toda la comisión legaron a los guatemaltecos un instrumento para caminar a la paz por medio de la justicia.

*. La Vanguardia. Barcelona, miércoles 18 de mayo de 2005.

GUATEMALA Olvido o memoria

JORGE CARRIÓN - La Vanguardia (Barcelona)*

Guatemala es uno de los países latinoamericanos con una mayor división social, y muchos son los trabajos que penetran en su historia reciente flanqueada por la violencia y el genocidio, entre ellos los que han polemizado en torno a la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú. Demasiadas cicatrices abiertas para una tierra tan débil.

El año pasado, Rodrigo Rey Rosa recibió el premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. Rechazó los cerca de cinco mil euros de la dotación y pidió que con ella se instituya algún tipo de beca para estimular la creación de los escritores indígenas que no producen en español. En 2003 el premio lo recibió Humberto Ak´abal, el más reconocido de los poetas mayas, quien rechazó el galardón porque la tesis de licenciatura de Asturias, sobre los indígenas guatemaltecos, es claramente racista. No es casual que Rey Rosa y Ak´abal hayan recibido el reconocimiento en años consecutivos. Desde la muerte de Monterroso y de Monteforte Toledo, ellos dos se han convertido en los escritores del país con más proyección.

En el marco latinoamericano, la división social de Guatemala tal vez sólo sea comparable a la de Bolivia. La bipolarización se puso una vez más de manifiesto en 1999 cuando se publicó el libro de David Stoll ´Rigoberta Menchu and the story of all poor Guatemalans´. La polémica fue presentada en España por la revista ´Lateral´. Consistía en el cuestionamiento de la inexactitudes del relato autobiográfico de la premio Nobel, según se puede leer en ´Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia´(1983), best seller internacional. Pretexto revisionista para poner en entredicho una versión de la historia de la guerra civil no declarada que durante tres décadas sacudió al país centroamericano. La versión del informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, que el antropólogo cuestionaba indirectamente con su puntilloso examen del relato de la mujer indígena. El debate continúa. Stoll asumía una posición etnocentrista y trabajaba sobre una realidad ajena, que no comprendía con la profundidad necesaria. Su planteamiento de las causas de la violencia insurgente y contrainsurgente era injusto. Eso se desprende del libro de referencia sobre el tema en estos momentos: ´Stoll-Menchú: la invención de la memoria´ (Consucultura), volumen colectivo coordinado por Mario Roberto Morales, que se encuentra en las principales librerías de Ciudad de Guatemala y de La Antigua. Siempre encuentras una sección sobre la historia reciente del país en ellas.

Evidentemente, en el fondo hay una ciénaga de muerte. Un genocidio. Y dos caminos, sintetizados en el título del libro de Edgar Alfredo Balsells Tojo, que en 2003 ganó el premio LASA (Latin American Studies Association): ´Olvido o memoria: el dilema de la sociedad guatemalteca´ (F&G Ed.). Entre los trabajos más recientes sobre el tema se encuentra ´Violencia y genocidio en Guatemala´ (F&G Ed.), de la antropóloga estadounidense Victoria Sanford, quien entrevistó a más de cuatrocientos testimonios, desde campesinos indígenas hasta militares o refugiados en otros países, para concluir que existió un plan de exterminio institucional. Hay pocas metáforas tan contundentes sobre la persistencia del pasado en el presente como el hecho de que Ríos Montt, quien fue Comandante en Jefe del Ejército durante esa represión asesina, sea ahora el Presidente de un Congreso presuntamente democrático. Sobre todo eso escribió Rey Rosa en su novela ´Que me maten si...´ (1997), que termina con unos niños bañándose en las mismas aguas en que un personaje ha sido sepultado por sus asesinos militares. Sobre todo eso ha escrito Ak´abal en poemas que laten como puños: "¡Sol! / volvete humo, tizná el cielo, / quemá la tierra / estamos de duelo / mi gente / mi sangre / mi pueblo".

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