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Contenido(s):

elacordeón. El Periódico. Guatemala, 4 de marzo de 2012. Página 8.

Viaje hacia la noche por Marco Antonio Flores. Q.130

La nueva novela del Bolo Flores disponible a partir del 21 de marzo. Precio de preventa Q.117

Al final de su vida, un hombre con una extraordinaria y profunda conciencia intenta hacer el balance de los acontecimientos que, como un rompecabezas, formaron su existencia. Una existencia marcada por la búsqueda del yo, del otro, del amor, de la necesidad de sentir y de la lucha por un mundo más justo. ¿Quién soy?, ¿qué soy?, ¿de dónde vengo?, son sólo algunas de las interrogantes que el protagonista busca responderse. Sin embargo, luego de una vida de dolorosos cuestionamientos, con gran frustración descubre que es imposible encontrar respuestas, pues éstas son sólo aparentes y pasajeras.

Cargada de poesía, filosofía y psicología, esta novela de Marco Antonio Flores marca la madurez literaria y personal de uno de los poetas y narradores de mayor influencia en la literatura centroamericana. Con esta obra se define una nueva tendencia en las letras del istmo, que ya venían marcando un rumbo hacia la novela intimista que explicara el mundo desde el interior del ser humano, y olvidara sus ansias de una crítica social divorciada del ser individual.

http://www.sophosenlinea.com/libro/viaje-hacia-la-noche_74474

elPeriódico. Cultura. Guatemala, 8 de marzo de 2012. Página 25.

recorridos

> PREVENTA

F&G Editores y Sophos ya tienen en preventa la obras más reciente de Marco Antonio Flores: “Viaje hacia la noche”. “Esta novela nos embarca en un viaje sin retorno, a través del cual el lector no tendrá más remedio que evaluar su propia vida para concluir, quizá, que la existencia, al final de cuentas, no es más que una breve sin razón en la inmensidad del tiempo”, señala Vanessa Núñez. Precio: Q117.

Prensa Libre. Cultura. Guatemala, 12 de marzo de 2012. Página 74.

Poeta y novelista habla de su trabajo literario. Antonio Flores: “Nunca me interesó ser reconocido ni famoso”
POR ÁNGEL ELíAS

Marco Antonio Flores (1937), uno de los escritores con mayor reconocimiento literario en Guatemala, presentará el próximo mes Viaje hacia la noche.

Entre las novelas de Flores destacan Los Compañeros (1976), En el filo (1993), Los muchachos de antes (1996) y Las batallas perdidas (1999). Su poesía inicia con La voz acumulada (1964) y Muros de luz (1968), que son parte medular de toda su obra. Escribe ensayo, teatro y ejerció el periodismo. En el 2006 recibió el Premio Nacional de Literatura.

¿Cómo nace la novela Viaje hacia la noche?
Esta, al igual que mi literatura, nace del inconsciente. Yo no busco temas para un cuento, una novela o un poema. Solo surgen cuando quedan guardados dentro de la mente y salen al momento de una tensión o emoción intensa. Es una necesidad propia.

¿Cuál fue la emoción que motiva esta novela?
No lo recuerdo, eso es algo que no queda registrado, es una emoción que aflora desde las primeras líneas.

Esta es mi quinta y última novela que inicia con Los compañeros. Así es toda mi literatura, un cúmulo de emociones que se plasman en el texto.

¿Ya no habrá otra?
No lo sé, ya estoy cansado de escribir. Llevo 27 libros publicados. La escritura requiere mucho trabajo y tiempo. Ya no tengo entusiasmo para dedicarme a otra novela. Depende del estado de emoción en que me encuentre.

¿Se siente satisfecho por toda su obra?
Estoy satisfecho conmigo mismo. Con mis publicaciones no trato de satisfacer a los demás. Nunca me interesó ser reconocido ni famoso. Todas esas cosas tontas arruinan la vida del escritor y lo hacen un payaso frente a los demás. Al final de todo esto, la poesía para mí es más emotiva. La narrativa es más seca y directa, porque cuenta historias, la poesía relata emociones.

¿Qué encierra Viaje hacia la noche?
El final lo descubrirá cada lector.

¿Es autobiográfica?
No necesariamente, el escritor arma una novela con partes de su vida. Esta surge de mí, aunque los personajes no necesariamente sean yo. Aparecen de emociones guardadas y que he vivido para escribir el texto.

¿Sigue escribiendo poesía?
No, hace años que dejé de hacerlo.

¿Se acabó su necesidad?
No sé si terminó, solo sé que no ha surgido.

¿Siente temor por dejar de escribir?
No me da temor dejar de escribir, es un miedo sin sentido. La literatura es parte de mi vida desde que tengo 20 años. Y no he necesitado de la literatura para sobrevivir. Esta nace, se publica y sé que de allí lo demás ya no importa.

¿Para Marco Antonio Flores qué significa este libro?
Significa que al paso de los años logro mayor capacidad para escribir y a la vez llevar al lector por la historia que narro. Puedo decir que es lo más importante que he escrito.

La novela
Viaje hacia la noche, editado por F&G, se presentará el 24 de abril en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón. El libro está en preventa en la librería Sophos, y a partir del próximo mes, en las principales librerías del país.

http://www.prensalibre.com/cultura/intereso-reconocido-famoso_0_662333845.html

Prensa Libre. Cultura. Guatemala, 20 de abril de 2012. Página 55.

Motivan a la lectura
POR REDACCIÓN CULTURA LITERATURA

El Instituto Cervantes celebrará el Día Internacional del Libro, el lunes 23, en su sede central y en los 77 centros por todo el mundo, con actividades como conferencias, regalo de libros y rosas, lecturas y concursos.

Guatemala también se unirá a la conmemoración, y ese día, en Libros Modernos, 13 calle 8-57, zona 1, habrá una venta especial a partir de las 9 horas, con descuentos del 10, 30 y 25%.

En la librería Sophos y Plaza Fontabella, zona 10, habrá actividades especiales para toda la familia, el 21 y 22 y 23 de abril, de 10.30 a 20 horas.

El martes 24, a las 18.30 horas, se presentará el libro Viaje hacia la noche, de Marco Antonio Flores, en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón, zona 10.

weekend. Prensa Libre. Guatemala, 20 de abril de 2012. Página 4.

VIAJE HACIA LA NOCHE

A caballo entre filosofía y narrativa, Marco Antonio Flores reflexiona en este documento acerca de su vida. No pregunta, como los antiguos filósofos, pero responde sin ambages ni temores acerca de las más clásicas preocupaciones existenciales. Es una obra "de senectute" que a pesar de pretender exhibir la oscuridad de un ser humano, a la larga sirve o podría servir para iluminar el derrotero de otros. Tal vez se resuma en una frase que cita Kazantzakis: "No creo en nada. No espero nada. Soy libre".

La Hora. Suplemento Cultural. Guatemala, 21 de abril de 2012. Página 8.

Marco Antonio Flores: “Yo había decidido no envejecer”
POR MARIO CORDERO ÁVILA

Marco Antonio Flores es un veterano escritor guatemalteco. Con 27 libros publicados, la próxima semana presentará su más reciente novela “Viaje hacia la noche”, la cual puede ser la última que escriba, aunque esto no lo podría asegurar.

A los 20 años, había decidido que no envejecería y que no sería inútil, una idea que persistió hasta los 74 y que se refleja en esta novela.

Siempre escribió siguiendo un impulso, pero ahora ya no tiene deseos de escribir más novelas o cualquier otro tipo de género literario, aunque ello no depende de él, sino del impulso. Por el momento, Marco Antonio Flores se dedica sobre todo a leer y a gozar de su nieto Antonio, con quien quiso tomarse esta foto, únicamente “porque lo quiero mucho; eso es todo”, indicó.

El próximo martes, 24 de abril, a las 18:30 horas, en el Centro Cultural “Luis Cardoza y Aragón” (2ª. avenida 7-57 zona 10, Embajada de México), se presentará la novela “Viaje hacia la noche” de Marco Antonio Flores, con comentarios de Vanessa Núñez Handal, Eduardo Villalobos y el autor. Entrada libre. A continuación, una entrevista con el autor al respecto del tiempo en que vive y esta novela.

- Cuéntenos un poco de esta novela. ¿Es de reciente escritura?
- Pues la empecé hace con un año y medio, y la terminé hace unos seis o siete meses.

- ¿Con todo y correcciones?
- Ya corregida. Yo no corrijo mayor cosa los textos. Ni la poesía, ni el teatro, ni a nada de lo que hago.

- Entonces, usted termina en una primera escritura.
- Más o menos. La forma en que yo encontré para escribir se basa en un impulso interior el que produce el texto; no es mi consciente, sino mi inconsciente. Entonces, se produce mi texto sin que tenga que generar las ideas, sino que las ideas surgen solas.

- ¿Así, sin ningún censor ortográfico, ni sintáctico ni de ideas?
- Sí, sale solo.

- Y de esa forma, ¿no surge un texto muy desordenado? ¿O después lo ordena?
- No, no lo ordeno. Bueno, habrá algunas correcciones en el puro texto, gramaticales, quizá.

- Entonces, por ser de producción reciente, ¿esta novela refleja sus sentimientos e ideas de los últimos años?
- No necesariamente. Esto lo pienso desde mi vida de niño.

- ¿Es una novela de muchas interrogantes o de muchas respuestas?
- Se trata de ideas de lo que he vivido. Y lo que he vivido se va acumulando en el inconsciente y se van acumulando en ideas. -Si viene del inconsciente, y con ideas desde niños, ¿allí hay muchas ideas guardadas?
- Ah, sí. Allí hay mucha parte de mi vida guardada. Lo más importante de mi vida.

- Desde que era niño hasta ahora, ¿tiene algunas preguntas que siempre se ha formulado y que siempre ha buscado la respuesta?
- No, no me hago muchas preguntas. Simplemente surge el texto solo. Sin hacerme preguntas. Ni me planteo que va a ser en este orden. Tampoco tiene una línea narrativa. Así he escrito toda mi obra. Y no sólo esta novela. Todos los libros que he escrito de creación literaria, han surgido así. Aparte son los ensayos, porque tienen una norma racional que dirige el ensayo. Pero de lo que he escrito de literatura, surge de un impulso interior.

- Usted ha dicho que ésta será la última novela, ¿no es muy tajante asegurarlo?
- Pues es tajante en el sentido de que ya no tengo muchos deseos. Pero tampoco es definitivo, porque ya no depende de mí. Mire, he publicado 27 libros de todo tipo: cuento, teatro, novela, poesía... de todo. Entonces, ya no tengo necesidad de estar escribiendo de más. Pero no sé tampoco.

- ¿Y de otro tipo de género?
- Tengo menos deseos.

- Al menos en cuanto a novela aún le quedaba cierto impulso...
- La novela surgió como ha surgido todo mi trabajo. De repente empecé a escribir y ya no me detuve. Ya fui escribiendo la novela, según mi impulso.

- Pero si le hubiera preguntado hace tres años, antes de empezar la novela, me hubiera dicho que no tenía deseos.
- Sí, así ha sido toda mi obra. Yo nunca he tenido muchos deseos ni ideas de lo que quiero escribir, sino que en un momento de mucha emoción interior, surge la necesidad de empezar a escribir.

- Tras esa emoción e impulso interior, ¿sigue escribiendo hasta terminar? ¿O ha habido novelas que se han postergado?
- No. Yo escribí novelas en 19 días, pero otra novela, del mismo tamaño, la escribí en 21 años.

- Es decir, que ese impulso no se puede normar...
- No, mi impulso surge, y se debe estar al servicio del impulso, no al revés.

- Bueno, el oficio del escritor consiste en estar atentos a ese impulso.
- No, no debe estar atento. Surge. El escritor no debe pensar en eso. Yo puedo pensar en un montón de cosas, y de repente surge el impulso.

- ¿Alguna vez dejó de seguir ese impulso?
- Cada vez que surgió un impulso, siempre lo seguí. A veces la obra no se realizó.

- Pero no porque no se sentó a escribir.
- No, sino porque ya no continué escribiendo, porque ya no me producía un impulso interior muy intenso, ni emotividad ni me producía nada.

- ¿Y en qué momento sabe que un libro terminó?
- En el momento en que termina. Por ejemplo, en esta última novela, ya tenía un final prefabricado, que no estaba en mí, pero que ya había pensado. Yo había decidido terminar con mi vida a los 20 años. Yo había decidido no envejecer ni ser inútil a cierta edad. Sino que a los 20 años decidí acabar con mi vida cuando yo quisiera. Y así termina esa novela. No me lo propuse. Sencillamente, así terminó.

- Tras terminar no sólo esta novela, sino otros libros, ¿cuál es la sensación que le deja?
- Es una sensación de tranquilidad de haber acabado un trabajo. Porque la literatura es trabajo. Surge un momento tras otro, habiendo momentos de reposo.

- Después viene un proceso de edición, y tras terminado el libro, ¿a usted ya no le preocupa qué pasa después?
- Si, ya el libro ya se acabó. Si consigo al editor, qué bueno. Si no, allí se mantiene el libro.
- El lector lo puede tomar como quiera. El lector toma el texto con plena independencia, eso ya no tiene nada que ver conmigo. El lector, al igual que el escritor, es un hombre libre.

- Con respecto a esta novela, ¿no podríamos decir que sea autobiográfica?
- No, no es autobiográfica. Sí tiene partes de mi vida.

- Al final, lo único que establecemos como importante es que hay que escribir.
- Sí, y no sólo importante, sino que necesario.

- ¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, si hubiera tenido el impulso de escribir y no lo hubiera seguido?
- No sé qué hubiera pasado. Desde los 21 años hasta los 74 he seguido ese impulso.

http://www.lahora.com.gt/index.php/cultura/cultura/literatura/156998-marco-antonio-flores-yo-habia-decidido-no-envejecer

elacordeón. El Periódico. Guatemala 22 de abril de 2012, páginas 1-3.

Lo nuevo de Marco Antonio Flores
Juan D. Oquendo

En busca del tiempo perdido

Entre la ficción y el ejercicio autobiográfico, “Viaje hacia la noche” (F&G editores, 2012) es la más reciente novela de Marco Antonio Flores, Premio Nacional de Literatura. Una novela de madurez, como la califica el autor, en donde el protagonista hace un recorrido en su pasado para entenderse a sí mismo y al mundo que le rodea, un mundo que con sus intrigas, su violencia, su cruda realidad, le ha dejado desamparado y sin respuestas. El libro se presentará el próximo martes 24 de abril en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón de la Embajada de México.

Cuenta en su haber 27 libros, entre novelas y recopilaciones de cuentos, artículos periodísticos y poemas. Pero en la actualidad prefiere dedicarse a la lectura, en particular de ensayos. En su casa de paredes gruesas y techos altos se resguarda del ruido de la ciudad en su amplia biblioteca, la que ya casi termina de leer. En los muros de la sala cuelgan todos los cuadros que sus amigos de la plástica le han obsequiado. Marco Antonio Flores –Premio Nacional de Literatura– se sienta en un sillón y conversamos respecto a su más reciente novela Viaje hacia la noche, que realiza un recorrido en el pasado del protagonista, que busca entenderse a sí mismo y al mundo que le rodea, un mundo que con sus intrigas, su violencia, su cruda realidad, le ha dejado desamparado y sin respuestas. Y que quizá con el ejercicio de la literatura, del exorcismo de ese pasado nostálgico, consiga sacar algo en limpio: la muerte.

¿Qué sentimiento le produce esta publicación?
– Me siento satisfecho, es una novela de madurez. Cuenta una buena historia. No sé si será la mejor, eso lo decidirán los lectores. No vuelvo a leer ninguna novela o poema mío. Tengo ocho libros de poesía y jamás he vuelto a leer alguno. Lo mismo con las novelas. Así que no puedo opinar mucho sobre mis novelas porque no las conozco. No me nace la necesidad, no me gusta volver a leerme.

Escribir esta novela le tomó cerca de ocho años, ¿por qué esa cantidad de tiempo?
– No depende de mí, de mis decisiones, depende de mi estado de ánimo y de mis emociones, porque no escribo para tener novelas o libros de poesía, ni para ser escritor. Escribo porque necesito escribir, para sacar de mi inconsciente todo el cúmulo de emociones que se han acumulado en él. Esta novela la comencé en Inglaterra y luego de un tiempo no la toqué, después hubo otro impulso interior que me obligó a retomar el texto y a seguir. Así fui continuando hasta terminar la novela.

¿Y cómo sabe que la ha terminado?
– No es que sepa, siento que la novela está terminada, y ahí terminé. Ya no sigo, no hay deseos de añadir ni corregir. Yo no corrijo, sino que conforme termina la novela, ahí se queda. Así como surge.

¿Es el inconsciente lo que le da forma a la novela?
– El estado de ánimo, la emoción que se esté sintiendo en el momento en que el inconsciente está provocando esos impulsos interiores. Eso va desarrollando la novela. Son impulsos emotivos, y llega un momento en el que se ha acumulado tanto en el inconsciente, que esos impulsos buscan salir y salen solos, sin que tenga que ver mi voluntad. Así fue como escribí mi primer poema en la vida: iba en la camioneta número once para la Facultad de Medicina, donde estudiaba, subiendo por la 12 calle hasta la 2a. avenida. Cuando me bajé comencé a escribir un poema, cosa que jamás había hecho. Salio solo, así salen las cosas de mí.

En el libro menciona que recordar el pasado le produce nostalgia, ¿por qué?
– Conforme se va desarrollando el trabajo, la necesidad de explicarme a mí mismo lo que estoy escribiendo, aparece una nostalgia mientras voy comprendiendo lo escrito.

Entonces se vale de la literatura para comprender el pasado.
– El pasado está ahí. No escojo momentos específicos, sino que estos surgen solos, el texto, y va quedando mi pasado escrito ahí de alguna manera. No directamente como sucedió, sino que la imaginación se introduce en este proceso de escribir la novela. El pasado queda registrado por la imaginación de mi inconsciente en el texto.

A pesar del desencanto que produce la realidad, el amor parece salvarse de ese desconcierto. Incluso le dedica varios capítulos a este tema y menciona que “lo que finca al hombre en la vida (...) es el amor”. ¿Dónde se encuentra ese amor?
– El amor es parte de la vida, de lo que uno vive permanentemente, y cuando surgen los temas que se van desarrollando en un texto, aparece de pronto el amor, sin buscarlo, sin quererlo, y se desarrolla solo.

También se habla del exilio a través de los distintos personajes. ¿Cómo fue esta experiencia para usted?
– El exilio era desconocido para mí, como lo que me sucede todo el tiempo con las cosas que surgen de mi inconsciente. Yo fui a México a presentar un libro de poesía que había ganado un premio internacional en San Salvador, con una editorial mexicana. Yo no pensaba quedarme en el exilio, pero estando allá recibí una llamada telefónica de mi esposa de que un compañero mío del Partido Comunista había llegado con un volante de 11 fotografías de personas a las que se amenazaba de muerte. Ella me dijo que si yo regresaba, lo primero que iban a hacer era matarme. Y decidí quedarme en el exilio. Yo no lo escogí, sino que el exilio me escogió a mí. Me quedé ahí hasta que llegó mi familia. Durante cuatro años estuvimos exiliados. Regresamos a Guatemala y a los pocos años volví a insertarme en el proceso revolucionario e intentaron matarme en la puerta de esta casa. La G2 copó la entrada, intentaron sacarme del carro con la pistola para llevarme y matarme en el camino. Yo tenía arrancado el carro, puse retroceso y tiré a los cuatro miembros de la G-2 al suelo, las armas volaron por allá y logré escapar. Así tuve que pasar a la clandestinidad y tuve que tomar una decisión: o quedarme aquí y que mi familia sufriera muerte y persecución, o salir exiliado. Ese exilio duró más de diez años.

¿Qué le motivó a regresar al país?
– No sé. Un día, cansado del lugar donde trabajaba –aunque pagaban muy bien y me gustaba: era editor de libros sobre diferentes textos del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos de México– le planteé a mi familia regresar. Aceptaron.

¿Qué opina de la política actualmente?
– La política cada vez se vuelve más un mundo de especulaciones y oportunismo. Ahora ya no me interesa en absoluto la política. Porque cada vez es un mundo de robos y transas que están detrás de las instituciones políticas del país.

¿Y qué le interesa ahora?
– Lo que me ha interesado siempre: leer. Comencé a leer a los doce años mis primeras novelas, y desde entonces nunca he dejado de leer. Ahí están mis dos bibliotecas que ya casi he leído completas (señala detrás de sí una puerta más pequeña que las del resto de la casa, apenas si podemos tener un vistazo cuando se levanta a contestar el teléfono detrás de esa minúscula entrada, y a lo lejos en la oscuridad unos estantes con cientos de lomos de libros reposan como un secreto insoportable). Y en eso se me pasa la vida.

En la novela, uno de los personajes pierde a un hijo a manos de la guerrilla, decide buscar a sus asesinos, ingresa a la Inteligencia Militar, y comienza a “repartir vergasos” y a torturar hasta encontrar a los culpables. ¿Qué experiencia tuvo usted en esto de las torturas?
– A mí me torturaron. Tengo experiencia de tortura. Nos agarraron presos a Otto René Castillo y a mí. Nos metieron a la cárcel. Ahí nos torturaron. Esa experiencia surge en algún momento, en alguna novela, en algún poema. No tiene que ver con un hecho real, con un momento de la realidad, sino con la memoria, donde aparecen personajes de diferente tipo, algunos de los cuales no tienen nada que ver conmigo o que sí.

“Haga uno lo que haga tendrá que morir” menciona el narrador.¿Cuál es su relación con este tema?
– A los 20 años me fijé que yo iba a decidir mi propia muerte. No sé por qué ni en qué momento, pero tomé una decisión. Una decisión que sigue estando latente en mí. No quiero morirme de viejo achacoso y acabado. Quiero terminar con mi vida en el momento que yo quiera. Es esa decisión de a mis 20 años, que queda en la memoria, que no se va de mí. No sé si lo logre o no. Si me atreva o no. Pero está ahí permanentemente.

http://www.elperiodico.com.gt/es/20120422/elacordeon/211114/

Prensa Libre. Cultura. Guatemala, 24 de abril de 2012. Página 49.

Cultura
POR FERNANDO RAMOS

Nueva novela del Bolo Flores

La única certeza que se tiene en la vida es la muerte. Tarde o temprano todos tienen que enfrentarla, pero es imposible saber cuándo llegará. En algún momento todo ser humano cuestiona el motivo de la existencia, pero la pregunta surge con mayor insistencia cuando la edad ha avanzado.

En Viaje hacia la noche, libro de Marco Antonio Flores, el protagonista es un tipo que ha llegado a la última etapa de la vida y conjura las preguntas existenciales buceando en su interior, para finalmente llegar a la conclusión de que todo lo vivido es efímero.

Se sabe que la vida es una cuenta atrás, que mientras más cumpleaños se celebran más cerca está la muerte. No hay misterio, solo el temor que se acrecienta al sentir la inminente llegada, por eso el ser humano se aferra a dogmas y creencias, esperando trascender.

Dice la novela: “La muerte es pronta, implacable, definitiva. Después de que ocurre no existe nada, ni cielo ni infierno, ni castigos ni premios. Uno vuelve a la tierra y ahí se deshace con el tiempo. Luego todos lo olvidan. Siguen viviendo. Los recuerdos duran lo que uno vive, luego también desaparecen”.

Se trata de un relato autobiográfico, de corte intimista, honesto, en el que lo más valioso es la reflexión del autor, quien con lucidez explica lo que piensa de la vida, la muerte, el amor, la familia, la religión, las utopías y otros conceptos fundamentales para entender el mundo.

Flores elabora un relato que guarda puntos de contacto con sus anteriores novelas, pero le da un tono distinto, cercano al ensayo, utilizando el lenguaje coloquial, característico de su narrativa, en los pasajes que lo requieren.

Viaje hacia la noche es un libro de plena madurez, escrito con prosa de nivel elevado, de la que solo dominan unos pocos. Es un piso más en ese edificio que conforma la obra del Bolo Flores, cuya poesía y narrativa son de los mayores aportes que un escritor haya hecho a la literatura guatemalteca.

La cita
Hoy se presentará la reciente novela de Marco Antonio Flores, editada por F&G. A las 18.30 horas en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón de la Embajada de México. 2a. Av. 7-57, zona 10. Entrada libre


http://www.prensalibre.com/cultura/Nueva-novela-Bolo-Flores_0_688131248.html

Revista Amiga, No. 471. Prensa Libre. Guatemala 2 de mayo de 2012, página 73.

LIBROS

Viaje hacia la noche

El autor Marco Antonio Flores presenta la historia de un hombre que hacia el final de su existencia hace un repaso de su vida y de los acontecimientos que la marcaron. En la búsqueda de las respuestas que atormentaron su vida, se entremezclan la historia de su país, de los conflictos ideológicos, así como descubrimientos amorosos del protagonista. (F&G Editores, 2012, 3 62 págs.). F&G EDITORES.

http://revistaamiga.com/Amiga471/112423152013.htm

Revista La Ermita, número 66. Guatemala, abril - junio de 2012. Pags. 38-42.

Eduardo Villalobos. (Guatemala, 1974). Ha publicado poesía, atentos), artículos de opinión) crítica en periódicos y revistas. Licenciado en comunicación por la USAC, posee una maestría en edición. Actualmente trabaja como editor: Autor de los libios de poesía. El ojo en la vela y Lunas sucias.
Eduardo Villalobos

Viaje hacia la noche

Asistimos hoy a la presentación de una nueva novela de Marco Antonio Flores, acontecimiento singular puesto qué, el autor, había dejado entrever en diversas entrevistas que ya no publicaría más. Asistimos entonces con la gratitud de un niño que se encuentra una moneda en el bolsillo y espera lograr con ella un acto postergado, algo no previsto pero inesperadamente feliz. Pero, ¿cuál es el sentido de esta novela? ¿Cómo se integra al universo narrativo que el autor ha elaborado a lo largo de las décadas? ¿Qué está llamada a decirnos a nosotros, sus lectores, en un tiempo en que la literatura se aferra todavía a su trinchera frente a las fauces del mercado y la superficialidad?

Hace poco, leyendo un artículo de Pedro Juan Gutiérrez, ese interesante narrador cubano que es comparado hasta la saciedad, y muy a su pesar, con Charles Bukowski, y que retrata el mundo degradado y miserable, pero también luminoso, del centro de La Habana en sus poemas, novelas y cuentos, me topé con una frase bastante común pero en la que no había reflexionado, pienso, lo suficiente: se dice que un escritor escribe un solo libro a lo largo de su vida.

Por supuesto que hablamos acá de un escritor que intenta desentrañar el mundo que lo rodea, su propia historia, sus propios sueños, y no escribir divertimentos pensando en el mercado, en el dinero o en los premios literarios. Ya Proust construyó una enorme empresa narrativa alrededor de la recuperación de un tiempo irremisiblemente perdido,. ya Balzac intentó abarcar los ámbitos privados y públicos de los hombres de su siglo. Ya Faulkner creó un condado llamado Yoknapatawpha donde se sucedieron la muerte, el incesto, la crueldad, la profunda e irresoluble incomunicación humana. Ya Onetti fundó a través de Brausen Santa María v sus habitantes tristes y sus empresas imposibles. Ya Lawrence Durrell persiguió las dimensiones del tiempo en su Cuarteto de Alejandría. Parece ser cierto entonces que hay obsesiones que persiguen a los creadores, los determinan, dan cuerpo a la obra que construyen entre la pesadilla y el sueño.

El trabajo literario de Marco Antonio Flores parece participar de esta constante. Ya desde sus primeros poemas 'se advierten las permanentes preguntas que se hace y nos hace desde todas sus obras. Ya se adivina el espejo, angustiado y lúcido, que nos mostrará siempre con cierta impudicia. Ya está el lenguaje violento y cínico con que atropella sus máscaras y las nuestras, un lenguaje que también, de pronto, se torna tierno, pleno de imágenes, conciso y pulcro como un cuadro minimalista.

Pero, esto no quiere decir que Flores se repita. Por el contrario, es evidente la fortuna con que ha encontrado diversas estructuras para expresarse a lo largo de sus libros. No es lo mismo el desenfado lingüístico y la aventura experimental de Los compañeros, su novela emblemática publicada en 1976, que la mesura y la ironía casi picaresca con que introduce a los personajes de Los muchachos de antes, en 1996. No es igual la voz coral y exteriorista de Crónica de los años de fuego,, el libro de poemas publicado en México en 1993, que la voz casi narrativa, autobiográfica e íntima de Persistencia de la memoria, aparecido en Guatemala en 1992.

La linealidad aristotélica de En el filo, novela publicada en 1993, se contrapone a la fragmentación del relato en Las batallas perdidas, de 1999. La poesía social, amplia y plena de contraposiciones lingüísticas de Muros de luz, de 1968, o la estructura abierta de La derrota, aparecido en España en 1972, se complementan con la introspección casi frugal de La estación del crepúsculo, de 2002.

Viaje hacia la noche es una novela que rompe con todas las estructuras anteriores e incluso con todos sus lenguajes. Aquí encontramos una voz reposada, bastante racional, que establece un monólogo que reflexiona sobre los actos del personaje principal y de aquellos que lo rodean. Un hombre que ha vivido intensamente sus decisiones, sus dudas, sus sueños, sus odios y sus derrotas. Y hace un balance que no es complaciente, que no resuelve nada, que no intenta generar respuestas sino plantearse, desde la vejez, otras preguntas que los avatares de los años no permitieron en su momento.

La voz de Viaje hacia la noche proviene de la lucidez y la contemplación. Parece por momentos un hermoso ensayo acerca del sentido del mundo, que cuestiona las instituciones sociales y aborda sin falsos sentimentalismos la intensidad del amor. En otros momentos se asemeja a un libro de memorias, en que el escritor repasa los hechos que marcaron su existencia, los desintegra con palabras y nos invita a recordar nuestros propios pasos, aquellos hechos que también nos han marcado. Pero fundamentalmente, la voz qué nos habla construye una novela y en ella conviven otras voces. Así, sin previo aviso, Flores inserta en el relato otros puntos de vista: el de la abuela, el de la tía, el del padre que es asesinado llegando a su casa, el de los otros tíos que caen abatidos por su propia violencia, el del muchacho que, borracho y cansado en un exilio mexicano, compra un periódico para enterarse con amargura de la invasión soviética a Checoslovaquia.

Esta novela, talvez por el tono nostálgico con que está construida, despierta en el lector una intensa propensión a recobrar también su tiempo, los instantes felices o dolorosos de la infancia, los pasos que han acontecido para encontrar el amor, los sueños perdidos en cualquier esquina, las noches herrumbrosas plenas de humo y alcohol. Esta novela incita a pensar en los que fuimos y ya no somos frente al espejo, a hurgar debajo de la máscara, a pensar en los viajes y en los proyectos que alguna vez alimentaron nuestros sueños.

Edificada en cuatro estancias, la primera, que lleva por título La sagrada familia, es una geografía de la formación o, dicho de otra manera, una vuelta al origen, una indagación no solo de la infancia sino de los fundadores de la estructura social en que nació el personaje de la novela y que determina su conciencia y su neurosis. A partir de reminiscencias y de reflexiones, la voz que nos cuenta la historia también arremete contra la ideología, que da origen y poder a la familia, a la iglesia, a la escuela, al prestigio social. Pero también es un relato sobre el descubrimiento del placer. Un placer que es erigido como misterio, como concelebración del cuerpo, como refugio frente a la hipocresía y el peso del mundo.

El personaje empieza a encontrar su camino, su signo; que será la rebelión, en contraposición con una de sus tías, objeto de sus primeros deseos, que con el tiempo absorberá la tradición secular que la conforma y se convertirá en una mujer ambiciosa, implacable y calculadora. Es también el tiempo del encuentro con otra pasión intensa y arrolladora: el odio, encarnado en un padre ausente, egoísta y contradictorio. Así también, entre el odio y el placer, surge la conciencia de una realidad insoslayable: la certeza de la muerte.

Todo esto se nos presenta a partir de una estructura fragmentada, plena de un lenguaje instrospectivo y de frases contundentes, reveladoras: El pasado está ligado a uno por la nostalgia. Quien no tiene nostalgia no redescubre su pasado.

La segunda parte, titulada Las palabras de la tribu, comienza con una hermosa reflexión que acaso revela el sentido pleno de la novela: El pasado es una perspectiva que se difumina en un horizonte inexistente. De pronto se borra. Entonces se comienza a inventar. Nace la historia. Los hombres de carne y hueso que se han convertido en polvo se convierten en personajes de una leyenda. Son seres que surgen de la imaginación. Ya no son los mismos, los originales, sino un calco. Los seres que uno amó van perdiendo su rostro y se tornan en una sombra que uno reinventa cada día para forjarse un pasado y no perderse en el limbo de su propio existir, que día con día también desparece. Uno se mira al espejo y ya no es el de ayer, el de hace unos meses; menos el de hace unos años. Es otro. Otro que descubre que lo importante va no es lo que desapareció con uno, sino lo que se vive día a día en el presente. Esto es lo que se tiene, lo que se posee; lo demás, el futuro y el pasado, no existen.

Y sin embargo, nos dice Flores, el presente nos sirve para forjar el futuro, que puede ser colectivo, solidario, más humano. De ahí nace un relato acerca de las decisiones de un muchacho que lo llevan a insertarse en la lucha revolucionaria. Pero el relato no es heroico. No se idealiza ni el proceso, ni a sus protagonistas ni las decisiones-tomadas. Por el contrario, lo que se va' revelando en el camino es una lucha por el poder, profundamente encarnizada, a veces hipócrita y violenta.

Pero, de manera paralela a esta inserción y a estos descubrimientos, el personaje encuentra también un camino que lo lleva a las palabras. Se convierte en un poeta, en alguien que es capaz de nombrar las cosas que están sucediendo, el mundo que lo está envolviendo, las preguntas que se suceden sin tregua en su imaginación y en su realidad. Ha encarnado un oficio que no cesará, una pasión extraña v lúcida que le enciende los ojos en medio de una noche profunda. Es un solitario, pero lleva en él un lenguaje que incendia el mundo.

De otros incendios nos habla la tercera parte, La luz en el espejo. Estructurada a partir de breves capítulos que corresponden a tiempos diversos del tiempo de la novela, que es también el tiempo de la vida del personaje, cada uno nos cuenta un acercamiento al amor, desde una iniciación torpe, plena de asombro y de miedo, pasando por diversos ensayos, fracasos y desencuentros, hasta la reposada intensidad de una relación más madura que intenta la libertad en medio del desierto. Nadie sabe lo que es el amor, nos dice Flores, pero también nos recuerda que es en el amor donde encontramos un sentido que nos libera, aunque sea de manera momentánea, de la muerte.

El ciclo lo cierra la estancia titulada El guardián del enigma. Hay aquí una espléndida metáfora sobre el viaje y sobre el tiempo. Mientras se encuentra en una tierra extraña, el personaje escucha un tren pasar y piensa entonces en los trenes que lo han llevado a los destinos de su vida. El tiempo, los tiempos, de la existencia, se convierten en uno solo a través del viaje. Nos lo cuenta un poeta que tiene la capacidad de despertar en nosotros las sensaciones perdidas en la memoria.

En un periplo que se vuelve vital pero también bastante literario, con referencias al Ulises de Joyce, a la obra de Jackson Pollock o a la geografía de los cafés y de los paisajes interiores, el personaje conduce sus pasos a un final inesperado, aunque anticipado ya en el título de la novela.

Así se cierra esta obra de una literatura que no puede calificarse sino como mayor. Relato de los tiempos del tiempo. Espejo que combate por un reflejo arrebatador y oscuro. Universo de palabras que nombran la historia más íntima y se convierten en incandescencias, en labios aterrados, en preguntas abiertas, en epifanías.

Marco Antonio Flores ha cerrado un ciclo literario que nos iluminará más allá de nuestras propias noches. ¿Qué podemos obtener de él, podrían preguntar las mentes prácticas de un tiempo como el nuestro? Y podríamos decir que muy poco que sea tangible, que ninguna certeza, que en medio de tantas palabras tan bien dispuestas lo único posible es un espejó terrible que nos enseña el horror de nuestro propio y despiadado cuerpo. Un viaje hacia la noche. Pero también una mirada que descansa en la verdad y en lo inefable.

Entonces llega la paz, no la de tanto imbécil de buena voluntad que habita nuestro tiempo entre el consumo y las filosofías baratas, sino la del que aprende en medio de un bosque nocturno a guiarse por las luciérnagas. Porque, como nos dice Nikos Kazantzakis en uno de los epígrafes de este libro: No creo en nada. No espero nada. Soy libre.

Gracias por mostrarnos la libertad, Marco Antonio Flores.

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