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Contenido(s): |
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elPeriódico / Cultura y ocio. Guatemala, lunes 8 de marzo de 2010. |
Impresiones guatemaltecas
Hacemos una reseña sobre el último material de carácter nacional
que se ha publicado por las casas editoriales
Por: Juan D. Oquendo
Aunque pase desapercibido,
en el país se editan constantemente libros sobre historia, ensayos políticos, literatura infantil, y poesía y narrativa de diversos autores guatemaltecos, hasta diccionarios. A continuación le presentamos libros recientemente publicados por las distintas casas editoriales de Guatemala.
F&G Editores
“¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y Gobierno en América Latina”
Carlos Figueroa Ibarra
Las posibilidades de una nueva sociedad enfrentan obstáculos complejos, los cuales se expresan de manera particularmente descarnada en Guatemala. He aquí los temas que se exploran en este conjunto de ensayos, animados por la intención de captar las posibilidades de la transformación social, anhelo que durante muchos años sepultó la noche neoliberal. El caso de Guatemala sirve para ilustrar los poderosos obstáculos que se tienen que remontar para lograr una transformación social en un país sin un vigoroso movimiento social, sin una economía fuerte, con oscuros poderes fácticos y un Estado lleno de precariedades.
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Diario de Centro América / La Revista. Pág. 14. Guatemala, viernes 9 de abril de 2010. |
¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y Gobierno en América Latina
● Carlos Figueroa Ibarra
● FLACSO-Guatemala/F&G Editores, 2010
Resulta arcaico el
modelo del socialismo estatalista
que en un momento se
denominó socialismo real,
pero también resulta remoto
el optimismo neoliberal de
Fukuyama cuando proclamó
el fin de la historia con el arribo
del neoliberalismo. En este
conjunto de ensayos, el sociólogo
guatemalteco analiza los
procesos políticos que se han
desencadenado en México,
Guatemala, Venezuela, Ecuador
y Bolivia en el contexto de la crisis
del neoliberalismo. El caso de
Guatemala sirve para ilustrar los
poderosos obstáculos que se tienen que remontar para
lograr una transformación social en el país. | IYH | DCA.
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Diario de Centro América / Arte y Cultura. Pág. 19. Guatemala, miércoles 28 de abril de 2010. |
Figueroa nos adentra
¿En el umbral del posneoliberalismo?
Por: Edgar Alberto Quiñónez
Adentrarnos “¿En el umbral
umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina, obra de Carlos Figueroa Ibarra, nos da algunas respuestas, pero también nos plantea reflexiones como, por ejemplo: ¿pueden ser calificados los procesos observados en México, Venezuela, Ecuador y Bolivia como populistas ¿O son el síntoma de una fase posterior al neoliberalismo?
En la contraportada de la publicación se resalta que “las posibilidades de una nueva sociedad enfrentan obstáculos formidables, los cuales se expresan de manera particularmente descarnada en Guatemala.”
He ahí los temas que se exploran en este conjunto de ensayos, animados por la intención de captar las posibilidades de la transformación social, anhelo que durante muchos años sepultó la noche neoliberal.
Y es que “hemos vivido en los últimos 30 años una época de vertiginosas catástrofes de paradigmas que en algún momento se postularon como destinos de la humanidad. En efecto resulta arcaico y remoto el modelo del socialismo estatalista que en un momento se denominó socialismo real. Pero de manera asombrosa también resulta remoto el optimismo neoliberal de Fukuyama cuando proclamó el fin de la historia con el arribo del neoliberalismo”, se indica en el libro.
En este conjunto de ensayos, Carlos Figueroa Ibarra se aventura a analizar los procesos políticos que se han desencadenado en México, Guatemala, Venezuela, Ecuador y Bolivia en el contexto de la crisis del neoliberalismo.
Es más, el autor se atreve a desafiar la interpretación conservadora de que los movimientos y procesos observados en México y los países andinos puedan ser caracterizados como populistas. En el caso de estos últimos, el autor sugiere la hipótesis de que tal vez estemos presenciando una nueva forma de revolución.
Y el caso de Guatemala sirve para ilustrar los poderosos obstáculos que se tienen que remontar para lograr una transformación social en un país sin un vigoroso movimiento social, sin una economía fuerte, con formidables poderes fácticos y un Estado lleno de precariedades, destaca el libro.
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Inforpress Centroamericana / Edición No. 1848. Págs. 8-10. 25/05 al 04/06 de 2010. |
Entrevista con Carlos Figueroa Ibarra /Sociólogo
“La derecha es democrática si la izquierda
tiene menos del 10% de votos”
Por: Asier Andrés
Que algo se
mueve en América Latina desde hace casi una década, resulta indudable. Cómo calificar estos procesos que se han vivido sobre todo en los países andinos, resulta algo más complejo. Desdibujadas las viejas categorías de revolución o socialismo, y desprovista la izquierda de su programa histórico, los intelectuales de la región han tratado de articular un discurso que los explique, yendo más allá del calificativo de “populismo”. Los últimos trabajos del sociólogo guatemalteco Carlos Figueroa Ibarra se han centrado en algunos de estos aspectos. Al igual que su último libro, “¿En el umbral del Posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina” (F&G), que contiene un ensayo sobre el movimiento de López Obrador en México, otro sobre el gobierno de Álvaro Colom y un tercero que analiza las causas que llevaron a la presidencia a Evo Morales, Hugo Chávez y Rafael Correa.
En su último libro plantea si ya nos encontramos en el umbral del posneoliberalismo...
Lo que yo me pregunto es si se puede hablar a estas alturas de un agotamiento del neoliberalismo y si no estaríamos viviendo ya una etapa posneoliberal. La pertinencia de la pregunta creo que es obvia porque a mí se me hace que en América Latina el fracaso del neoliberalismo es evidente. Incluso, si tomamos los propios parámetros del neoliberalismo veremos que las tasas de crecimiento del PIB en los últimos treinta años han sido mediocres o francamente malas. Y creo que el hecho que desde el 2008 estemos observando los efectos planetarios de una política económica que endiosó al mercado, es otro síntoma del fracaso neoliberal, en términos de sus propios premisas. Si a esto le unimos que estamos viviendo una crisis ambiental de grandes proporciones, para la cual el capitalismo en general, y el neoliberal, en especial, no tienen respuesta… Entonces, podremos observar los síntomas de ese fracaso. Durante muchos años, especialmente desde el derrumbe de la URSS, el desprestigio del marxismo, pero también del estado keynesiano del bienestar, el neoliberalismo emergió como una alternativa económica y también como visión del mundo. La expresión más prosaica del pensamiento neoliberal la encarnó Fukuyama, que declaró que la historia había terminado, que la humanidad había llegado a dos puertos de arribo: la economía de mercado y la democracia liberal; el horizonte poscapitalista se acabó y también la idea de revolución, que durante buena parte de los siglos anteriores había movido a la sociedad. Pero treinta años después, vemos que han surgido expresiones que buscan demostrar que, como dijo Ignacio Ramonet, otro mundo sí es posible. Preguntarse si no estamos ya en el umbral del posneoliberalismo es desafiar un dogma que se implantó en todo el planeta. Y que aún tiene mucha fuerza. América Latina, es de hecho, la única región del mundo donde el cuestionamiento al neoliberalismo, se ha vuelto un movimiento político, social y electoral. Y también se ha vuelto gobierno.
Si Fukuyama pudiese defenderse, imagino que diría que efectivamente hay cambios, pero que en lo esencial nadie está desafiando eso dos pilares...
En América Latina hay un cuestionamiento a esos dos pilares, tanto que ya se habla de si el Consenso de Washington está agotado. Hay un cuestionamiento al fetichismo de mercado, que se presenta en diversos grados, según el país. En Bolivia, Ecuador y Venezuela, creo que se está haciendo de manera franca. Y en países como Uruguay y Brasil, de una manera más atemperada. En cuanto a la democracia liberal y representativa, es cierto que hoy la izquierda, no la desecha como antes, diciendo que es una democracia burguesa. Aquellos que sobrevivimos a dictaduras, sabemos muy bien lo que es un Estado de Derecho en un contexto democrático. O como dijo alguien en un libro, después de la segunda sesión de tortura, uno empieza a valorar el habeas corpus. A Álvaro García Linera (vicepresidente de Bolivia) hace poco le escuché decir en Cochabamba, que “en nuestro imaginario de cambio social estaba primero la democracia y luego el socialismo, hoy hemos aprendido que la democracia siempre debe acompañar al proceso, que es una etapa de camino al socialismo”. Pero la democracia tal y como la entendemos sí está siendo cuestionada, porque se le cuestiona que solo sea representativa, y se le pide que sea más participativa. Y eso rompe con el esquema de Fukuyama, que defiende la democracia shumpeteriana, puramente procedimental, que limita la participación al momento de las elecciones. Eso sí está en cuestión. Y se ve en Venezuela. La imagen de Chávez es que es un dictador, pero se ignora que en Venezuela hay 30,000 consejos comunales en los cuales la participación ciudadana va más allá de ir a votar y que tiene el objetivo estratégico de convertirse en un Estado-comuna.
Pero no hay que olvidar que los grandes poderes mundiales siguen manteniendo el dogma neoliberal. Entonces, el corredor por el que se mueven los gobiernos de izquierda es muy estrecho. Y dependiendo de la correlación de fuerzas internas, un gobierno se puede hacer más o menos antineoliberal. Me resulta claro, por ejemplo, que los países que han tenido poderosos movimientos sociales -una lucha de clases francamente acusada-, y que esos movimientos se han convertido en movimientos electorales que tiene entre un 50% y 60% del voto y que además son países con recursos naturales, obviamente, tienen posibilidades mayores de ser más antineoliberales. Pero en países como Brasil, en el que no hubo una gran convulsión política previa a la llegada al gobierno de Lula, es diferente porque el gobierno tiene que negociar con todos los poderes fácticos existentes. Ya no digamos países como El Salvador. Aunque gobierne el FMLN, es un país bajo la órbita directa de los EEUU, que no tiene hidrocarburos y por ello su margen de acción es muy limitado. Como le leí hace poco a Álvaro García Linera, la soberanía de un país no es la misma con el barril de petróleo a 50 dólares que a 100. Estos son los matices que hay que ver. Pero todos estos gobiernos tienen un sustrato común, se están replanteando las relaciones Norte-Sur, están buscando nuevos mecanismos de integración latinoamericana, han buscado autonomía frente a Washington. Hoy ya no se puede decir que Latinoamérica sea el patio trasero de los EEUU. En eso hasta están unidos la “izquierda buena” de Lula y la mala de “Chávez”.
Pensando en lo que ha representado el neoliberalismo en Latinoamérica, ¿se puede decir que ha sido un periodo más perjudicial que los anteriores? ¿El sistema económico en la región no ha sido siempre excluyente y concentrador por definición? De hecho, ¿la mayoría no vive hoy mejor que hace 30 años?
No creo que hoy se viva mejor que hace 30 años, ha habido una polarización muy grande y una desciudadanización muy grande también. En mi libro doy indicadores precisos de las maneras en las que ha afectado el neoliberalismo a la sociedad. El neoliberalismo hizo promesas que no cumplió y por eso hoy padece una crisis de hegemonía. Dijeron que el mercado, libre de las ataduras del Estado, iba a crecer y a derramar su riqueza por toda la sociedad. Y eso resultó ser una absoluta mentira. Esto lo creyó mucha gente, por ejemplo, la izquierda chilena que ha gobernado bajo estas premisas. El neoliberalismo no ha reducido la pobreza. En Brasil han sido las políticas sociales de Lula las que lo han hecho. En México se dice que hay un 30% de pobres, pero son cálculos amañados. Los especialistas, como Julio Bolvitnik, calculan que la pobreza está entre el 50% y el 60%. El Índice de Gini se disparó en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Las promesas incumplidas son el sustrato del gran descontento que ha habido en los países andinos, son también el sustrato de por qué en Guatemala Sandra Torres, con sus programas sociales, se ha convertido en el enemigo más temible para la derecha… Eso quiere decir que fuera de la capital y el mundo de las clases medias urbanas, hay una mayoría de personas que valoran esos programas, con independencia del clientelismo evidente que conllevan. Yo tengo una visión crítica del gobierno de Álvaro Colom, pero eso no me hace equiparlo con un eventual gobierno del Partido Patriota o de Harold Caballeros.
Pero en tanto que el libre mercado realmente no puede existir en sociedades dominadas por una oligarquía, ¿se puede decir que en Centroamérica ha generado un desgaste mayor que otros tiempos?
Efectivamente, el libre mercado es una ideología, y como tal, tiene un núcleo de verdad y una enorme periferia de mistificaciones y adulteraciones de la realidad. Los neoliberales blasonan el libre mercado, aludiendo a Adam Smith, a todos los teóricos de la economía clásica, y también a Hayek y Friedman. Pero, en esencia, parten de premisas elaboradas por Adam Smith hace 200 años, cuando no existía el capitalismo monopolista y la libre competencia era más factible. Pero eso no sólo no ocurre en Centroamérica, en ningún sitio existe el fair play. En México, 30 grupos empresariales controlan la economía. En Guatemala, yo calculo, que unas 13 o 14 familias. El libre mercado parte de una visión muy ideologizada de la realidad.
¿El neoliberalismo sí ha calado profundo en nuestra manera de organizarnos, de entender nuestra relación con lo público? ¿No predomina el individualismo hoy en día?
El gran éxito neoliberal es que impregnó una visión del mundo, introdujo la ideología del éxito: que el esfuerzo personal es el que puede a uno sacarlo adelante, también la ideología antiestatista, la lucha contra los impuestos.
Que el protagonismo haya pasado de los partidos políticos a los movimientos sociales, ¿es positivo? ¿No se ha fragmentado la sociedad y ha perdido capacidad de acción?
Aquellos movimientos sociales que terminan siendo exitosos en términos de incidir sustancialmente sobre la vida nacional, son aquellos que han logrado combinar lo social con lo político. En el libro analizo uno de ellos, el de López Obrador en México. Este es un movimiento integrado, en buena parte, por organizaciones ciudadanas, muchas de ellas con una visión muy crítica de los partidos, que están muy desprestigiados. Pero finalmente, el movimiento tuvo que articularse con un partido de izquierda, porque son los vehículos electorales necesarios. La relación efectivamente es muy conflictiva, pero tiene que mantenerse para lograr sus objetivos. Si se analizan los casos de Bolivia, Venezuela y Ecuador, son grandes movimientos sociales que cuestionan los partidos, pero que finalmente hacen sus propios partidos para poder hacer frente a la derecha. El movimiento cocalero en Bolivia nace con una reclamación particular pero acaba articulando una reclamación de lo nacional-popular que convence a la gente. De hecho, en los tres casos se produce un colapso del sistema de partidos y una refundación por parte de los movimientos sociales. La teoría dominante de los movimientos sociales, que es una visión muy posmoderna, dice que los movimientos sociales se ocupan de lo local, lo particular, pero su éxito en Latinoamérica ha sido articular sus demandas con una propuesta para la nación en su conjunto. Mientras estemos pensando que la vía para cambiar a un país es la lucha electoral, los partidos van a ser inevitables, con todo lo mal que nos caigan. Mientras no se hable de crear correlaciones de fuerzas de otra manera, habrá que utilizar a los partidos.
En Guatemala no se da ese paso...
Los movimientos sociales, incluidos los pueblos indígenas, están fragmentados y divididos entre sí. Los movimientos indígenas se quedan, en gran parte, en el plano de la reivindicación cultural, que es muy importante pero insuficiente para resolver la cuestión étnica… Los movimientos de derechos humanos, también se quedan en demandas parciales…. No se ha creado la situación en la que un proyecto político articule a todo el movimiento. En Honduras, vemos ahora, los efectos de Zelaya. Probablemente, el movimiento ya le haya rebasado, pero hay que concederle a Zelaya que desde la presidencia, él creó un nuevo clima de subjetividad en Honduras. En el primero de mayo vimos a 600,000 personas en Tegucigalpa. Eso indica que se está dando un proceso de cambio importante. Y eso es lo sustancial, porque los procesos de cambio se definen por la medida en que hay una participación autónoma de los sectores subalternos.
¿Qué es el populismo?
Es una categoría que se ha construido, totalmente peyorativa, y que rompe con la interpretación clásica de la sociología latinoamericana de lo que fue el populismo en su momento. Como populistas ahora se califican a los gobiernos que recurren a gastos irresponsables del erario público, que toman medidas que no fomentan la productividad, que están presididos por una figura carismática y demagógica. En el fondo, estas caracterizaciones vulgares, esconden lo que un teórico español, Antoni Doménech, llama demofobia, el temor a que los de abajo participen. Evo Morales dijo hace unos meses: “aquí lo que pasa es que los sectores oligárquicos tradiciones están acostumbrados a ver a los indios trabajar, pero cuando los indios empezaron a hacer política, eso ya no les gusta”. Esa es una buena caracterización de la demofobia.
¿Centroamérica marcha siempre a un ritmo diferente que el resto del continente?
En este momento, el país que está viviendo procesos más similares a los de los países andinos es Honduras. Pero también es una excepción. En Guatemala, vemos claramente las secuelas de la guerra y el desgarramiento neoliberal. En El Salvador, no hay una convulsión social como la de Honduras, pero sí hay un partido de izquierda en el poder con un enorme poder local, totalmente competitivo en términos electorales, que representa a la mitad de la población, que no se pliega al dogma neoliberal. Aunque Funes tiene que tener un discurso moderado, muy diferente al que tendría Schafic Handal, por todos los factores internos y externos que tiene que contemplar. En Nicaragua… la situación es complicada, por un lado tienen una política exterior alineada con Chávez, pero en Daniel Ortega, yo no veo a un hombre de principios, es totalmente pragmático. En Costa Rica, encontramos a un gobierno de socialdemocracia neoliberal, pero también con reacciones populares en defensa del Estado del bienestar y contra lo que ha representando Óscar Arias.
Mientras que en otros países se habla de asambleas constituyentes, en Guatemala se están planteando un movimiento como Pro Reforma, en Honduras se produce un golpe de Estado...
Todo depende de cómo se ve el vaso, medio lleno o medio vacío. Si lo vemos medio vacío, efectivamente, el golpe representó un retroceso muy grande a la normalidad institucional que se había implantado en la región. Y resulta muy grave, porque los EEUU demostraron que están dispuestos a aceptar este tipo de situaciones y que la OEA es inútil en estas situaciones. El golpe frenó un proceso constituyente que se estaba gestando, sobrevivió a la presión internacional, hizo elecciones… Micheletti ha tenido un éxito relativo. Ha acabado con el fenómeno Zelaya como presidente, pero también ha levantado un movimiento social como nunca había habido en Honduras desde la gran huelga bananera de 1954.
Si la población, por ejemplo, no ve diferencias sustanciales entre un gobierno del FMLN y uno de Arena, ¿Cuál es el sentido de tomar el poder?
Desde la izquierda siempre hemos tenido una idea de revolución que es la que proviene de la Revolución Francesa, que es la que tomó Marx y luego Lenin. En esa visión de revolución, el Estado es concebido como la gran maquinaria burguesa, como el aparato que reproduce los intereses del capital; y por lo tanto, lo que tiene que hacer una revolución es apoderarse de ese Estado y construir uno nuevo, que en un periodo corto, haga grandes transformaciones sociales. Hoy por hoy, esa idea de revolución es poco factible. Pero acaso, ¿no habría que pensar la revolución de otra manera? Y ahí es donde entra Gramsci. El Estado es en efecto, todo lo que dijo la teoría clásica marxista, pero también es un escenario de disputa en el que participan fuerzas de distinta índole. El Estado y la sociedad civil se convierten en arenas donde se produce una gran confrontación. La izquierda puede tener éxitos muy importantes si llega al gobierno, pero no es lo mismo eso, que tomar el poder. Llegar al gobierno es controlar el Ejecutivo, no el Estado. Eso es lo que estamos viendo en los países andinos, la izquierda está enquistada en el aparato de gobierno, pero convive con la derecha en todos los demás ámbitos del Estado, y se enfrenta a la sociedad civil de derecha. No hay que caer en la ilusión de que ganar una elección es tomar el poder.
¿Es un acierto no buscar la confrontación?
Yo pienso que sí. El problema es lo que hemos observado en América Latina, que la derecha es democrática, si tiene a la izquierda con un apoyo de menos del 10% de los votos. Pero cuando la izquierda empieza a ser competitiva, empieza a rozar el 35% de los votos, el país se polariza porque la derecha se ve amenazada y se convierte en reacción conservadora. Y utilizan todas las armas que tiene a su disposición, la primera, la dictadura del gran capital y la segunda, la dictadura mediática.
¿A Guatemala, en el mediano plazo, le espera algo más que más descomposición?
Lo que demuestra el caso de Honduras, es que un país que está totalmente desmovilizado de repente puede crear una nueva subjetividad en las masas, si ocurre un fenómeno en las alturas del poder que genere entusiasmo. Por ejemplo, llega Zelaya al poder, un hombre de los partidos tradicionales, pero que empieza a establecer ciertas distancias y a impulsar ciertas agendas, y se genera un efecto movilizador. En Guatemala, lo único que podría suceder sería que un fenómeno estilo Sandra Torres, pudiera canalizar los descontentos soterrados y haberlos confluir en una candidatura. Algo que genera cambio total en una situación es que amplios sectores de la población perciban que se puede ganar. Solo a los necios de siempre, que estamos acostumbrados a perder, nos gusta participar en algo que sabemos de antemano que no va a tener éxito. Pero si la gente ve que sí hay perspectiva, se genera un efecto bola de nieve. Creo que solo algo así podría suceder en Guatemala. Que la izquierda, URNG, ANN, despierte algún entusiasmo electoral me parece totalmente descartado.
Algunos sectores de la izquierda han visto en la UNE un vehículo electoral...
Sí hay un sector que ve en la candidatura de Sandra Torres, la posibilidad de generar una situación enteramente nueva en Guatemala. Yo coincido con que esa es una posibilidad, pero también hay que ver que la UNE es una coalición de fuerzas totalmente heterogénea, con una gran fuerza de los grandes financistas de Colom. Y por eso, aparte de para evitar que la derecha vuelva a el poder, no hay que pensar que la UNE pueda dar para mucho. A menos, que se genere un entusiasmo desde abajo con la candidatura.
¿No ve entonces, la posibilidad de la emergencia de un movimiento político indígena fuerte?
No, no ha habido en el seno del movimiento maya una fuerza articuladora que haga algo como lo sucedió en Bolivia, o en Ecuador, con la Conaie. Probablemente, haga falta algún tipo de proceso previo para que el movimiento indígena se pueda unir. Como pasó con López Obrador, al que muchos movimientos sociales de repente vieron como al carro al que había que subirse. Algo que sería muy importante es el surgimiento de una figura que generaría entusiasmo, una figura carismática.
¿Cuál diría que fue la última figura de este tipo que tuvo la izquierda?
El gran líder del siglo XX fue Manuel Colom Argueta. Un liderazgo como el suyo, en la actualidad, cambiaría enteramente la situación. Habría unidad y entusiasmo. No es tan importante el factor programático, como la confianza en el liderazgo personal, la percepción de que esa persona tiene una tesitura moral que todos respetan, que atraviesa etnias y clases. Por eso yo no confío tanto en Sandra Torres, porque los medios difunden de ella una imagen antipática, y las clases medias urbanas, no le tienen mucho aprecio.
¿Pero el país necesariamente va a ir hacia algún lado?
Una sociedad puede simplemente descomponerse y quedarse ahí. Guatemala está en un proceso de creciente descomposición. La mitad del territorio nacional lo domina el narcotráfico. El área metropolitana de la capital es probablemente el área más violenta del mundo, como dijo Carlos Castresana. El Estado no puede garantizar la seguridad pública, tiene capacidad nula de administrar justicia. Todo eso se puede ir profundizando mientras no haya movimientos sociales y políticos que creen esperanza.
Fuente:
Inforpress Centroamericana / Edición No. 1848
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Siglo XXI / Opinión. Pág. 8. Guatemala, domingo 13 de junio de 2010. |
Carlos Figueroa Ibarra
Esperamos que la elección del doctor Carlos Figueroa Ibarra contribuya al desarrollo de las ciencias sociales en el país.
Por: Jaime Barrios Carrillo/TRAGALUZ
En medio de
la avalancha de malas noticias que nos embargan, me llega un comunicado de la Cancillería guatemalteca, en el cual se informa de la elección del sociólogo guatemalteco Carlos Figueroa Ibarra como miembro del Consejo Superior de Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), en el marco de la XVIII Asamblea General Ordinaria celebrada en México, D.F., para un período de 4 años.
Se informa que fue una reñida competencia en la elección de 4 escaños vacantes y 5 candidatos presentados, en la cual el candidato guatemalteco resultó electo con 13 votos de los 16 países presentes que votaron.
Se trata, desde luego, de un triunfo a nivel latinoamericano para las ciencias sociales de Guatemala y un reconocimiento personal al sociólogo Carlos Figueroa Ibarra, quien desde hace años reside en México, donde ha sido catedrático e investigador de la Universidad Autónoma de Puebla y de otras instituciones de educación superior de ese país. Figueroa Ibarra cuenta con una amplia y significativa obra publicada; ha participado en más de 150 seminarios internacionales y ha sido delegado a numerosos congresos internacionales y nacionales en diversos países de América Latina y Europa.
La Facultad Latinoamericana de Ciencias Socials es una institución regional dedicada a la formación de cuadros docentes e investigadores a nivel de posgrado en el campo de las ciencias sociales. También realizan investigaciones de nuestras realidades sociales e históricas y tienen una producción editorial significativa que versa sobre una temática amplia, que abarca los fenómenos sociales, los comportamientos políticos en nuestras sociedades, los movimientos migratorios, etc.
Como miembro del Consejo Superior de Flacso, aparte del carácter meramente honorífico que significa, Carlos Figueroa Ibarra podrá influir en las políticas de investigación y a los planes de esta institución regional. Atendiendo a su incansable interés por la problemática guatemalteca, es de esperarse que su nueva posición en Flacso redunde en más interés por Guatemala por parte de la institución regional.
En una entrevista reciente concedida a
Inforpress, refiriéndose a la situación del país, manifestaba Figueroa Ibarra: “Una sociedad puede simplemente descomponerse y quedarse ahí. Guatemala está en un proceso de creciente descomposición. La mitad del territorio nacional la domina el narcotráfico. El área metropolitana de la capital es probablemente el área más violenta del mundo, como dijo Carlos Castresana. El Estado no puede garantizar la seguridad pública, tiene capacidad nula de administrar justicia. Todo eso se puede ir profundizando mientras no haya movimientos sociales y políticos que sean capaces de crear esperanza”.
Esperamos que la elección del doctor Carlos Figueroa Ibarra contribuya al desarrollo de las ciencias sociales en el país, y nos permitimos recomendar a los lectores su más reciente libro En el umbral del posneoliberalismo? publicado este año por F&G en Guatemala.
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Diario de Centroamerica / La Revista. Págs. 1, 14. Guatemala,
viernes 25 de junio de 2010 |
¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y Gobierno en América Latina
Carlos Figueroa Ibarra publica un libro que analiza
los procesos políticos ocurridos en América Latina
en los últimos años, en un clima signado por la crisis.
● Carlos Figueroa Ibarra
● FyG Editores y Flacso Guatemala
¿Pueden ser calificados
los procesos observados en
México, Venezuela, Ecuador y
Bolivia como populistas o son
el síntoma de una fase posterior
al neoliberalismo? Las
posibilidades de una
nueva
sociedad enfrentan grandes
obstáculos, que se expresan
de manera particularmente
descarnada en Guatemala,
país sin un vigoroso movimiento social, sin una economía
fuerte, con formidables
poderes fácticos y un Estado
lleno de precariedades. En esta serie de ensayos,
Figueroa Ibarra analiza los procesos políticos
que se han desencadenado en estos países
en el contexto de la crisis del neoliberalismo y
sugiere la hipótesis de que talvez estemos presenciando
una nueva forma de revolución.
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Siglo XXI / Magacín. Pág. 3. Guatemala, domingo 4 de julio de 2010. |
¿Posneoliberalismo?
Jueves 8, 6:30 p.m. Entrada libre. Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón. 2a. Avenida 7-57, zona 10. 2420-3438.
Presentación del libro
¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y Gobierno en América Latina, de Carlos Figueroa Ibarra. Participan: Virgilio Álvarez, Edmundo Urrutia, Santiago Feliú Mirnda y el autor. El libro es una publicación de F&G Editores.
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elPeriódico / Cultura y ocio. Pág. 20. Guatemala, miércoles 7 de julio de 2010. |
¿Posneoliberalismo?
El sociólogo Carlos Figueroa Ibarra presenta su libro de ensayos sobre la actitud política e ideológica de América Latina
Por: Juan D. Oquendo
La pregunta es:
¿estamos entrando a una etapa en la que el neoliberalismo ha demostrado ser un fracaso rotundo? Ideológicamente se mantiene como la única visión de la sociedad, que ha logrado enquistarse por más de tres décadas gracias a instituciones muy precisas. Pero una serie de eventos que han desencadenado en accidentes políticos, ambientales y económicos demuestra un hundimiento de esta percepción. ¿Y entonces qué? Entonces surge alguna que otra reacción de crítica acérrima y de propuesta. En este contexto, el sociólogo guatemalteco Carlos Figueroa Ibarra presenta su libro de ensayos ¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina. La presentación será mañana a las 18:30 horas. En el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón (2a. avenida 7-57, zona 10). La entrada es libre.
¿Cómo surgió este libro?
– Nace de una preocupación, que es la actitud totalmente acrítica que durante muchos años se ha tenido con respecto a la afirmación que se hizo de que no hay otro mundo posible más que el actual, el neoliberal, expresada en el planteamiento de Francis Fukuyama del fin de la historia. Durante 30 años hemos tenido un pensamiento único que se ha impuesto dogmáticamente en todo el mundo y aquí en Guatemala con agencias muy específicas. El libro está constituido por una rebeldía ante ese pensamiento único y está escrito desde la perspectiva del pensamiento critico.
¿Qué tan efectivo es el neoliberalismo?
– El neoliberalismo fue particularmente exitoso en términos ideológicos porque vino de una idea de lo que era el camino del éxito individual y del éxito social, y sigue siendo muy poderoso ideológicamente. Creo que lo que es verdaderamente interesante analizar es por qué siendo tan efectivo ideológicamente y en términos de los hechos fue tan mediocre en sus resultados. Creo que la explicación es que el neoliberalismo emergió de la crisis de los otros dos grandes paradigmas que funcionaron en el siglo XX: el paradigma del socialismo soviético y el paradigma de la social democracia clásica; es lo único que explica por qué ha sido tan exitosa ideológicamente cuando sus resultados son tan macros, tan francamente mediocres.
¿Está en crisis el neoliberalismo?
– Hoy vivimos en el mundo una crisis sin precedentes. Sin precedentes en el sentido de que a diferencia de la crisis en 1929 la actual está articulada a otras crisis energética, alimentaria, ambiental, de grandes proporciones. Esto evidencia a lo que nos está llevando un modo de producción y un modo de consumo. ¿Estaremos viviendo el umbral del posneoliberalismo? En el libro no hay una respuesta, pero hay indicios muy fuertes de que estamos viviendo por lo menos la necesidad de superar el neoliberalismo; de hecho con la crisis mundial muchos estudiosos han dicho que, entre ellos Joseph Stiglitz, esta crisis es para el neoliberalismo lo que el derrumbe del muro de Berlín significó para el comunismo.
¿Existe una izquierda contemporánea, actual?
– Sí, existen tanto derechas e izquierdas contemporáneas. La derecha contemporánea más poderosa activa es la derecha neoliberal, pero existe también una derecha clerical, aquellos que se oponen al aborto, a los matrimonios gays, y en Guatemala podríamos agregar otro tipo de derecha, la derecha contrainsurgente, la que viene de aquellos sectores más duros durante la guerra sucia y que todavía están presentes. Y así como todavía existen derechas también podemos hablar de izquierdas. Pienso que en efecto hay validaciones en cuanto a moderación y radicalismo de izquierdas, pero que existen en un sustrato común que está presente en una reivindicación de una nueva relación norte-sur.
¿Qué nuevos paradigmas han surgido entonces?
– Para América Latina y para el mundo en su totalidad está abierta la necesidad de pensar y de llevar a la práctica un nuevo modelo de sociedad. Ese es el gran reto en el contexto del posneoliberalismo, que se caracteriza por el hecho de que lo viejo es el neoliberalismo, está en agonía. Pero lo nuevo es algo que apenas está construyéndose, porque como hubo crisis en los paradigmas alternativos en el pasado, la izquierda se quedó sin paradigmas y ahora los está construyendo en América Latina y ese es el gran reto.
¿Qué importancia tiene la publicación de este libro?
– El libro puede resultar interesante para todos aquellos que están buscando argumentos para desafiar la idea de que es imposible pensar en un mundo alternativo, para todos aquellos que buscan datos y reflexiones, que busquen entender la coyuntura actual en Guatemala. Me parece que el libro puede dar pistas para una reflexión sobre la naturaleza del cambio político en América Latina.
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Diario La Hora / Opinión. Pág. 22-23. Guatemala, jueves 8 de julio de 2010. |
"Dr. Fukuyama, aquí lo saluda la historia"
Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, comentó que en Washington, en 2007, tuvo la oportunidad de saludar a Francis Fukuyama -aquel intelectual que se apresuró a declarar, en 1989, el Fin de la Historia, aduciendo que la Humanidad había alcanzado la perfección a la luz del Neoliberalismo. García Linera había recibido un consejo de parte de un asistente suyo, que le sugirió saludar en tono de broma: "¿Cómo está Dr. Fukuyama? Aquí lo saluda la historia".
Por: Mario Cordero Ávila
Esta historia está
referida en el Prólogo del libro "¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina" del doctor guatemalteco en Sociología, Carlos Figueroa Ibarra, el cual se presenta hoy por la noche, bajo el sello de F&G Editores.
El inicio de la obra, según comentó Figueroa Ibarra en entrevista con Diario La Hora, es un esfuerzo intelectual por analizar la coyuntura actual. El título del libro, como una interrogante sobre el "posneoliberalismo" forzosamente hace alusión a la predicción de Fukuyama, quien auguraba una época de estabilidad.
Sin embargo, vivimos en una época en que los paradigmas están en decadencia, tal como refirió Figueroa Ibarra, ya que, tras la caída del paradigma socialista, se pensó en que el paradigma neoliberal triunfaría. Sin embargo, éste también se encuentra en plena caída libre, tal como lo refiere el autor en el análisis que realiza en este libro.
Figueroa Ibarra analiza tres casos concretos: el de México, el de Guatemala y el de los países andinos. En estas coyunturas (aunque también es visible en otras latitudes), las promesas del neoliberalismo no se han cumplido, y, en algunos casos, se observan los esfuerzos por encontrar salidas ante la caída de este paradigma político y económico.
El neoliberalismo prometía que, con la liberación del mercado y pulir el Estado afín de hacerlo robusto, pero poco ingerente, la economía se desarrollaría de tal forma, que las empresas empezarían a tener ganancias exorbitantes, las cuales provocarían un efecto de derrame, que caería sobre las capas medias y bajas, y éstas también empezarían a progresar. Ello, además, provocaría un período de estabilidad política, al reducir la pobreza, foco principal de insatisfacción general.
Sin embargo, a 30 años de que estos postulados se emitieran, y a más de 20 años de que Fuyukama proclamara el triunfo final del neoliberalismo, el crecimiento económico en nuestros países es paupérrimo, entre el 2 y 5 por ciento con relación al Producto Interno Bruto. Además, el descontento social se incrementa, ya que las líneas de pobreza acaparan a cada vez a más población.
Desde este punto de partida, Figueroa Ibarra analiza tres casos particulares, los ya mencionados, es decir, desde la óptica del fracaso neoliberal al no cumplir con sus promesas, y de cómo se analiza en las tres regiones.
MODELO DE ANÁLISIS
En términos generales, como refiere Figueroa Ibarra, existen cinco componentes para analizar el éxito o fracaso de un Estado ante el umbral de posneoliberalismo.
Para poder hacer frente a esta crisis, es necesario poseer un movimiento social, generado por el descontento poblacional, que apoye un cambio de paradigma; segundo, que este movimiento social se convierta en un movimiento electoral, en el cual, los ciudadanos no se asuman como simples votantes, sino como ciudadanos activos que participan de lleno en la democracia.
En tercer lugar, es necesaria una economía sólida, que no dependa de factores externos, como las remesas, de empresas temporales, como las maquilas, o de capital ilegal, como el narcotráfico.
En cuarto lugar, es necesario un Estado fortalecido con ingresos rentables, para poder hacer frente a la inversión y al gasto social. Y, por último, es imprescindible que se tenga un corpus ideológico local, para buscar raíces nacionales del pensamiento.
Estos cinco componentes son imprescindibles para poder buscar una alternativa ante la crisis del neoliberalismo. Sin alguno de ellos, no se tiene la completa independencia para buscar alternativa.
El posneoliberalismo es, pues, este momento aún difuso, que no se sabe cuándo empezó, y que carece de nombre; simplemente se sabe que ya hay algún tipo de respuesta ante la crisis neoliberal.
TRES CASOS
El libro contempla tres casos específicos; en el primer capítulo, se analiza el caso de México, el cual se evidencia ante el conflicto electoral en la elección en la que fue declarado ganador el actual presidente Felipe Calderón, aunque con señalamientos de fraude, y la instalación de un Gobierno paralelo, autodenominado como legítimo, liderado por Manuel José López Obrador. Éste es el caso de la respuesta posneoliberal, pero con una reacción fuerte para evitarla.
El segundo caso es el guatemalteco, presentado en el segundo capítulo, en donde se analiza los obstáculos para poder siquiera plantear una alternativa posneoliberal. Y, el tercer y último caso, es el de los países andinos, es decir, la respuesta que ha ofrecido Venezuela, Bolivia y Ecuador ante la coyuntura actual, es decir, una alternativa concreta a la crisis.
EVENTO
Presentación del libro
Hoy, a las 18:30 horas, en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón (Embajada de México, 2a. avenida 7-57 zona 10) se presentará el libro "¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina" de Carlos Figueroa Ibarra, con comentarios del autor, Virgilio Álvarez, Edmundo Urrutia y Santiago Feliú Miranda. Entrada libre.
SEMBLANZA
Figueroa Ibarra
Carlos Figueroa Ibarra, doctor en sociología. Profesor investigador del Posgrado de Sociología en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Autor de "El proletariado rural en el agro guatemalteco" (Editorial Universitaria, Guatemala, 1980).
Especializado en estudios sobre violencia política, autor de varios libros sobre el tema entre ellos "Paz Tejada. Militar y revolucionario" (Editorial Universitaria, Guatemala, 2001; F&G Editores, Guatemala, 2004); "Los que siempre estarán en ninguna parte. La desaparición forzada en Guatemala" (GAM-ICSYH-BUAP-CIIDH, México, D. F., 1999); "El recurso del miedo. Ensayo sobre estado y terror en Guatemala" (Educa, San José, Costa Rica, 1991).
DE CONTRAPORTADA
¿Una nueva sociedad?
¿Pueden ser calificados los procesos observados en México, Venezuela, Ecuador y Bolivia como populistas o son el síntoma de una fase posterior al neoliberalismo? Las posibilidades de una nueva sociedad enfrentan obstáculos formidables, los cuales se expresan de manera particularmente descarnada en Guatemala. He aquí los temas que se exploran en este conjunto de ensayos, animados por la intención de captar las posibilidades de la transformación social, anhelo que durante muchos años sepultó la noche neoliberal.
Se ha vivido en los últimos 30 años una época de vertiginosas catástrofes de paradigmas que en algún momento se postularon como destinos de la humanidad. En efecto, resulta arcaico y remoto el modelo del socialismo estatalista que en un momento se denominó socialismo real. Pero de manera asombrosa, también resulta remoto el optimismo neoliberal de Fukuyama cuando proclamó el fin de la historia con el arribo del neoliberalismo.
En este conjunto de ensayos Carlos Figueroa Ibarra se aventura a analizar los procesos políticos que se han desencadenado en México, Guatemala, Venezuela, Ecuador y Bolivia en el contexto de la crisis del neoliberalismo. El autor desafía la interpretación conservadora de que los movimientos y procesos observados en México y los países andinos puedan ser caracterizados como populistas. En el caso de estos últimos, el autor sugiere la hipótesis de que tal vez estemos presenciando una nueva forma de revolución.
Se examina el caso mexicano en el cual se observa: una crisis del neoliberalismo y el surgimiento de un movimiento político y social, el lopezobradorismo. En este ensayo se sostiene que el auge del movimiento lopezobradorista institucionalizado en el "gobierno legítimo", se sustenta en la crisis de hegemonía que ha provocado el fracaso neoliberal en México en la crisis de legitimidad que enfrenta el gobierno mexicano después del proceso electoral de 2006.
El caso de Guatemala sirve para ilustrar los poderosos obstáculos que se tienen que remontar para lograr una transformación social en un país sin un vigoroso movimiento social, sin una economía fuerte, con formidables poderes fácticos y un Estado lleno de precariedades. Se sostiene que el gobierno de Álvaro Colom, tiene grandes limitaciones en lo que se refiere a ser conceptuado como socialdemócrata o de izquierda.
En el caso de Venezuela, Ecuador y Bolivia, la arremetida conservadora e imperial contra los procesos en esos países, califica a los mismos como expresión de populismos arcaicos y autoritarios. Sin embargo, lo que se observa en dichos países, sobre todo en lo que se refiere a la emergencia popular, ¿no nos sugiere la posibilidad de que acaso estemos ante una transformación revolucionaria? Los gobiernos de Chávez, Morales y Correa son continuidad de un largo proceso de protestas y movilizaciones sociales y estas protestas y movilizaciones han creado una nueva correlación de fuerzas en el seno de la sociedad.
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Prensa Libre / Agenda. Pág. 48. Guatemala, jueves 8 de julio de 2010. |
¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y Gobierno en América Latina
Hoy, presentación del
libro de Carlos Figueroa Ibarra.
> Auditorio Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón
> 2a. Avenida 7-57, zona 10
> 18 horas
> Entrada libre
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elPeriódico / Agenda. Pág. 21. Guatemala, jueves 8 de julio de 2010. |
Posneoliberalismo
El sociólogo guatemalteco
Carlos Fugueroa Ibarra presenta hoy su libro de ensayos ¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y Gobierno en América Latina. A las 18:30 horas en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón (2a. avenida 7-57, zona 10). Entrada libre
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Diario de Centroamerica / La Revista. Págs. 4-5. Guatemala,
viernes 9 de julio de 2010 |
"Hay una convicción de que
el neoliberalismo está agotado"
Por: Nora Martínez / Fotografías: Estuardo Paredes
Es miembro del Consejo superior de Flacso. El sociólogo
guatemalteco reside en México, donde ha sido
catedrático e investigador de la Universidad Autónoma
de Puebla, en la cual es coordinador del posgrado de
sociología. Se especializa en sociología política y temas
de violencia y rebelión. Figueroa Ibarra es autor de varios
libros, entre ellos Paz Tejada. Militar y revolucionario; Los
que siempre estarán en ninguna parte. La desaparición
forzada en Guatemala y El recurso del miedo. Acaba
de publicar el libro de ensayos ¿En el umbral del Posneoliberalismo?
donde analiza los procesos de cambios
políticos en América Latina.
En esta entrevista
habla sobre las
posibilidades de transformación social
en los países latinoamericanos ante la
caída del paradigma neoliberal.
¿Cómo podemos perfilar esta etapa
posterior a la crisis económica?
El surgimiento del posneoliberalismo
se evidencia en que los dogmas
que durante décadas nos impusieron:
que el mercado era la solución de los
problemas, que el Estado era parte
del problema y no la solución, que
la iniciativa privada era sinónimo de
pureza y el Estado corrupción, que
la apertura indiscriminada de mercancías
de mercados exteriores era
la forma de desarrollar el país, que la
especulación financiera era perfectamente
lícita. Todos estos dogmas se
han venido abajo. Hoy encontramos
que la crisis mundial evidencia una
presencia del Estado en la regulación
de la economía. De hecho los mismos
neoliberales que han pregonado
estas verdades, pidieron a gritos la
intervención del Estado, no es que el
mercado por sí mismo haya logrado
resolver el desajuste que desembocó
en la crisis mundial. Es evidente que
las supuestas verdades que dogmáticamente
nos inculcaron durante 30
años están en crisis.
¿Era una utopía? ¿hasta dónde podemos
hablar de posneoliberalismo?
Era una utopía neoliberal. Se pensaba
que el mercado iba a ser la solución
de los problemas, el inicio de
la prosperidad y, por lo tanto, con el
derrame de riqueza se iban a resolver
los problemas de desigualdad y
pobreza. Esto es la falla profunda y
sus repercusiones políticas implican
el surgimiento de gobiernos de
izquierda moderada a izquierda radical
en América Latina. Es la evidencia
de esa crisis, la búsqueda de nuevos
derroteros. Hasta ese punto podemos
hablar de posneoliberalismo pero es
una interrogante porque los procesos
no son irreversibles y cualquier cosa
puede suceder. De esta crisis podríamos
haber esperado un movimiento
social poderoso alternativo, pero
esto no existe más que en América
Latina. Estamos viviendo problemas
que evidencian el agotamiento de una
concepción de mundo, un modo de
producción y de consumo, al mismo
tiempo observamos que las fuerzas
sociales, que podrían convertirse en
políticas, que podrían imponer una
nueva manera de concebir la producción
y el consumo, están focalizadas
en América Latina nada más.
¿Esos cambios son hacia la democracia
o contra el neoliberalismo?
Hay un proceso revolucionario, si
entendemos la idea de revolución de
una manera distinta a la que habíamos
entendido desde la izquierda revolucionaria.
Nosotros imaginamos la
revolución como la conquista violenta
del poder, la erradicación de una clase
dominante en la sociedad y la realización
en un periodo muy breve de
transformaciones profundas que terminarían
en justicia social. La idea de
revolución que estamos observando en
los países andinos es enteramente distinta.
Es la búsqueda de una transformación
de la sociedad pero en el marco
de las reglas de la democracia liberal y
representativa. Es una idea de democracia
que parte de la herencia liberal
pero no se queda en ella. La izquierda
ahora aspira a profundizar en una
democracia que no sea solo liberal y
representativa, sino también participativa,
asentada en una justicia social
porque se parte de la convicción de que
la desigualdad social
no genera ciudadanos.
Esto está muy
claro en los países
andinos pero también
está presente en otros
países, en los cuales,
la ruptura con el neoliberalismo
no es tan
radical, las correlaciones
de fuerzas no permiten un proceso
revolucionario. Pero vemos que hay
una referencia crítica al neoliberalismo,
una convicción de que el neoliberalismo
está agotado, aunque tampoco
se puede romper con él abruptamente
porque es el modelo de los grandes
poderes mundiales. No se puede trascender
el neoliberalismo solo desde un
país, por eso es la idea de la integración
regional en América Latina.
¿Se trata éste de un modelo distinto
al socialismo?
Es un modelo que se está construyendo,
algo de lo que también en la izquierda
se debe salir es el de tener una idea
totalmente cristalizada del proyecto
social que se tenía. Eso sucedió con el
modelo soviético: no solo era una idea
cristalizada sino que además se consideró
el único modelo que debían seguir
todos los países, ignorando las especificidades de cada región. Terminó, en un
modelo autoritario, estatizado, burocratizado,
con una economía ineficiente.
De esa idea se parte cuando se habla
ahora del socialismo del siglo XXI en
algunos países o, en el caso de México,
de lo que hizo López Obrador con el
Proyecto Alternativo de Nación. En
el caso de López Obrador, no se está
planteando una salida poscapitalista
pero sí posneoliberal. En el caso de los
países andinos se está planteando una
salida posneoliberal pero también con
una perspectiva poscapitalista. Hay
una serie de reflexiones sobre lo que
no debe ser y lo que debe ser ese modelo
alternativo. Se habla de socialismo del
siglo XXI y hay toda una teorización
que está haciendo América Latina respecto
a las medidas que se pueden iniciar.
Todo eso implica una visión gradual
en términos de poder político. Las
transformaciones parten de la idea que
el Estado es un escenario de disputa,
que llegar a la presidencia de la república
no es llegar al poder, porque el poder
del Estado es un poder que se comparte
con otras fuerzas. Se está en la tesitura
de que los procesos de transformación
se hacen en el marco de la democracia,
no queda más que coexistir con fuerzas
de distinto signo.
¿Hacia dónde se inclina entonces
América Latina?
Se está moviendo hacia la izquierda,
pero esta tendencia no es irreversible.
El día de mañana alguno de estos
gobiernos incurre en errores estratégicos
y el electorado les cobra la cuenta
y podremos ver a partidos de derecha
de nuevo gobernando. Encontramos
procesos en los que hay mayorías electorales
importantes, en los tres países
andinos que analizo, las mayorías electorales
son contundentes, lo que da una
gran legitimidad para operar cambios.
Estos cambios son graduales, no se
puede pensar en la estatización de la
propiedad porque incluso ese modelo
demostró ser fallido. No se puede hacer
una expropiación de todos los grandes
medios de producción porque la sociedad
no ha planteado que eso se haga y,
si somos democráticos, tampoco podemos
hacer algo que la sociedad no está
pidiendo. Pero sí podemos hacer una
redistribución del gasto público, darle
mayor importancia al gasto social y
convertir de nuevo al Estado en el
eje rector de la vida pública del país.
Convertir a los empresarios en actores de la vida política pero no los que
deciden que se debe hacer. En cuanto
a los medios de comunicación, es un
tema cardinal porque a través de los
medios, los intereses predominantes
en la sociedad imponen su lógica y su
visión, además son muy efectivos.
Los cambios han sido calificados
como populistas
Al término populismo se le ha dado
una connotación negativa. El término
populismo ha sustituido el término
comunismo. El populismo es la nueva
“bestia negra” en América Latina,
como antes lo fue el comunismo. Cada
vez que surge un movimiento político
que transforma lo electoral, que
llega a la presidencia, inmediatamente
comienzan las acusaciones de populismo.
La acepción de populismo, desde
esta perspectiva, es que se trata de una
política que significa un gasto irresponsable
de lo público con propósitos
demagógicos, una desestimulación de
la inversión privada dirigida por un líder
mesiánico, de carácter autoritario y con
una relación con las masas plebiscitaria.
Esa imagen del populismo es muy
distinta a lo que acuñó la sociología en
la década de los 30, cuando el populismo
era concebido como una etapa que
buscaba la modernización industrial de
los países de América
Latina y para eso
tomó medidas redistributivas:
para poder
enfrentar a las viejas
oligarquía, hizo movilización
de masas y
agregó grandes sectores
de la población que
provenían del campo a
las urbes y así poder contar con apoyo
político. Pero ahora tiene una connotación
enteramente ideológica, es una
categoría que sirve para atacar. Ahora
cualquier apelación a la participación
popular se convierte en demagogia.
La visión que acusa de demagogia a
estos supuestos populismos, que no
necesariamente lo son, expresan una
demofobia. Hay una fobia a la participación
popular que está muy vinculada
a la visión de democracia acuñada en
América Latina en los últimos años.
La visión de democracia en América
Latina que se ha acuñado es la visión
de la democracia procedimental, que
concibe la participación popular solamente
como salir a votar en los días de
elecciones, cuál de la élites van a dirigir
a la país y dejar que estas élites sean las
que tomen las decisiones. El pueblo solo
participa en el momento en que legitima
a quien toma las decisiones pero no
participa de las decisiones.
Se observan también cambios en
Centro América pero ¿hay voluntad
de ruptura con el neoliberalismo?
Una cosa es una voluntad de romper
con el neoliberalismo y la hegemonía estadounidense desde Brasil o
Venezuela, Bolivia y Ecuador. Brasil es
una potencia emergente y los otros tres
países, con hidrocarburos, pero además
con movimientos sociales poderosos
que exigen cambios. Otra cosa
es hacerlo desde El Salvador, Nicaragua
o Guatemala, con economías débiles,
estados débiles además, por lo tanto,
sensibles y vulnerables ante el poder
estadounidense. Los cambios hacia
la izquierda que pueden hacer estos
países tienen que ser muy cuidadosos
y graduales. El asunto es que se tenga
voluntad estratégica de hacerlos. Toda
esta etapa posneoliberal implica una
nueva visión de la relación entre el
norte y el sur y una nueva visión de la
relación con Estados Unidos que dista
mucho de la obsecuencia que observamos
en los años pasados.
¿Honduras evidencia la fragilidad
de cambios?
En Centro América, Honduras estuvo
ausente de la crisis de los 80, el
epicentro revolucionario estaba
en Nicaragua, en El Salvador y en
Guatemala. Honduras era el portaaviones
militar de Estados Unidos para
atacar estos focos revolucionarios y
Costa Rica era la vitrina democrática
para evidenciar que lo que sucedía
en Nicaragua era una dictadura
y que los procesos revolucionarios
en El Salvador y en Guatemala era la
amenaza de otras dictaduras. Pero la
crisis del neoliberalismo es tal, que
un hombre proveniente de la oligarquía
del partido liberal, empieza a
plantearse posibilidades alternativas.
Resulta interesante cómo el cambio de
discurso encuentra una repercusión
extraordinaria en el seno de la sociedad.
(Manuel) Zelaya quiso hacer cambios
sin que hubiera un movimiento
popular previo como sucedió en los
tres países andinos. El movimiento
popular empieza a surgir con el entusiasmo
que generan las medidas de
Zelaya y se expande hasta después de
la caída de Zelaya. Hoy encontramos
en Honduras el movimiento social de
resistencia neoliberal más poderoso
de Centro América. Lo de Honduras
puede expresar las limitaciones que
puede tener un proceso de cambio. En
Honduras lo que sucedió fue un golpe
oligárquico, no militar. El Ejército fue
un instrumento de la clase dominante
hondureña para dar el golpe de Estado.
La prueba es que el Ejército rápidamente
salió de escena. Eso evidencia
las fragilidades de los procesos sobre
todo en los países centroamericanos,
pero al mismo tiempo reflejan las
posibilidades. En Honduras no había
nada hace dos años y hoy encontramos
el movimiento de resistencia popular
más grande de toda el área.
¿Cuál es el panorama de Guatemala?
Las dificultades son mayores.
Encontramos en primer lugar, 30
familias poderosas económicamente
que imponen su lógica al resto de
la sociedad. Tiempo atrás, desde la
época de Castillo Armas a la actualidad,
ese gran empresariado ha
impuesto su lógica en materia tributaria.
El día que mataron a Castillo
Armas el 26 de julio de 1957 estaba
hablando de reforma tributaria y ya
entraba en contradicción con el gran
empresariado guatemalteco, pese a
que tenían una comunidad ideológica
muy importante en el anticomunismo.
Lo vemos en los 60 con
Alberto Fuentes Mohr y su salida
del Ministerio de Finanzas cuando
quería hacer una reforma, ahora
vemos al hijo de Fuentes Mohr, Juan
Alberto Fuentes Knigt, renunciando
al Ministerio de Finanzas, en gran
medida decepcionado ante la imposibilidad
de hacer la reforma. Luego
hay otro problema, hay un Estado
muy débil. En términos de seguridad,
de seguridad social y en varios rubros
donde se espera que el Estado pueda
tener una acción asertiva, Guatemala
está, si no colapsada, en vías de estarlo.
Esto fue lo que evidenció Castresana.
El problema de Castresana es reflejo
también de un tercer elemento: los
poderes ocultos, los cuales definen
muchas cosas en este país. El cuarto
elemento es que en Guatemala
tampoco encontramos un movimiento
social que exija y demande
como sucede en Venezuela, Bolivia y
Ecuador. En estas circunstancias, un
Gobierno que se plantea de izquierda,
como el de Álvaro Colom tiene
un escenario muy limitado. Además
de las propias insuficiencias que
puede tener el propio Gobierno y de
un poder mediático que resalta esas
insuficiencias constantemente.
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C4 / Revista 247. Pág. 32. Guatemala, sábado 10 de julio de 2010. |
¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y Gobierno en América Latina
Elevando la discusión política ideológica de nuestro medio
F&G Editores, presenta el nuevo libro ¿En el umbral del posneoliberalismo? de Carlos Figueroa Ibarra.
El autor presenta
un tema que causa controversia en los círculos políticos pues plantea interrogantes de actualidad. ¿Pueden ser calificados los procesos observados en México, Venezuela, Ecuador y Bolivia como populistas o son el síntoma de una fase posterior al neoliberalismo? Las posibilidades de una nueva sociedad enfrentan obstáculos formidables, los cuales se expresan de manera particularmente descarnada en Guatemala. Se ha vivido en los últimos 30 años una época de vertiginosas catástrofes paradigmas que en algún momento se postularon como destinos de la humanidad. En efecto, resulta arcaico y remoto el modelo del socialismo que en un momento se denominó socialismo real. Pero de manera asombrosa, también resulta remoto el optimismo neoliberal de Fukuyama cuando proclamó el fin de la historia con el arribo del neoliberalismo.
En este conjunto de ensayos Carlos Figueroa Ibarra se aventura a analizar los procesos políticos que se han desencadenado en México, Guatemala, Venezuela, Ecuador y Bolivia en el contexto de la crisis del neoliberalismo. El autor desafía la interpretación conservadora de que los movimientos y procesos observados en México y los países andinos puedan ser caracterizados como populistas. En el caso Je estos últimos, el autor sugiere la hipótesis de que tal vez estemos presenciando una nueva forma de revolución.
Guatemala sirve para ilustrar los poderosos obstáculos que se tienen que remontar para lograr una transformación social en un país sin un vigoroso movimiento social, sin una economía fuerte, con formidables poderes Tácticos y un Estado lleno de precariedades. Se sostiene que el gobierno de Álvaro Colom, tiene grandes limitaciones en lo que se refiere a ser conceptuado como socialdemócrata o de izquierda.
Carlos Figueroa Ibarra, dolor en sociología. Profesor investigador del Posgrado de Sociología en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
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Revista D / Prensa Libre. Pag. D-29. Guatemala, domingo 11 de
julio de 2010. |
Sobre la crisis del neoliberalismo
¿Pueden ser calificados
los procesos observados en México, Venezuela, Ecuador y Bolivia como populistas o son el síntoma de una fase posterior al neoliberalismo?
Las posibilidades de una nueva sociedad enfrentan aspectos formidables, los cuales se expresan de manera particularmente descarnada en Guatemala. He aquí los temas que se exploran en este conjunto de ensayos, animados por la intención de captar las posibilidades de la transformación social, anhelo que durante muchos años sepultó la noche neoliberal.
Hemos vivido en los últimos 30 años una época de vertiginosas catástrofes de paradigmas que en a algún momento -se postularon como destinos de la humanidad. En efecto, resulta arcaico y remoto el modelo del socialismo estatalista que en un momento se denominó socialismo real. Pero de manera asombrosa, también resulta remoto el optimismo neoliberal de Fukuyama cuando proclamó el fin de la historia con el arribo del neoliberalismo.
En este conjunto de ensayos Carlos Figueroa Ibarra se aventura a analizar los procesos políticos que se han desencadenado en México, Guatemala, Venezuela, Ecuador y Bolivia en el contexto de la crisis del neoliberalismo. El autor desafía la interpretación conservadora de que los movimientos y procesos observados en México y los países andinos puedan ser caracterizados como populistas (texto de contraportada).
¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina. Carlos Figueroa Ibarra. FLACSO/F&G Editores 197 páginas. ISBN: 978-99939-84-05-4
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Prensa Libre / Nacionalidad. Pág. 6. Guatemala, lunes 12 de julio de 2010.
Figueroa también analiza en su libro la situación de países de Sudamérica que tienen gobiernos de izquierda. |
“Miles viven con derechos limitados”
Sociólogo Figueroa Ibarra afirma que país vive "democracia ficticia"
Por: Gustavo Adolfo Montenegro
El sociólogo Carlos
Figueroa Ibarra analiza el momento actual del país y concluye que hay un Estado débil que enfrenta poderes fácticos, crimen organizado y una cuádruple crisis: política, ambiental, energética y económica, que hace de la democracia más una fachada que una realidad.
Tal situación provoca que la población tenga pocas opciones hacia el futuro. “Miles viven con derechos limitados, por los bajos ingresos, la violencia y falta de representación”, dice Figueroa, quien presentó la semana recién pasada el libro ¿En el umbral del posneoliberalismo?, en el que analiza al actual gobierno y a algunos países sudamericanos.
Parece que en este país hay pocos motivos para el optimismo.
Decidí intentar un retrato analítico del país y del gobierno de Álvaro Colom, porque se autoconceptúa como de izquierda, y como parte de la ola de cambios políticos que se han observado en América Latina. Sin embargo, yo le oí decir una vez que es de una izquierda light, y tiene que ser así si quiere hacer gobierno, porque no hay un vigoroso movimiento social ni tampoco es un país con hidrocarburos. Es una economía sustentada en las remesas, la maquila, el turismo y el narcotráfico. No hay un Estado vigoroso, sino más bien lleno de precariedades, casi fallido, que coexiste con poderes fácticos y poderes ocultos, como La Cofradía, El Sindicato y otras organizaciones que operan en la clandestinidad.
Por si fuera poco, están las 30 o 35 grandes familias que constituyen el poder económico, con una cultura política anticomunista, en un país de gran complejidad cultural y enormes desigualdades sociales. En ese marco es difícil ser presidente y el actual gobierno sirve como objeto de análisis.
Quizá por eso hay quienes anhelan el autoritarismo.
La burguesía guatemalteca bautizó un viaducto con el nombre del dictador Jorge Ubico, lo cual refleja esa cultura política, pero más allá también denota la aceptación que tiene el discurso simplista autoritario de la derecha contrainsurgente, que parece una solución ante la desesperanza imperante.
¿Qué piensa sobre la condición de Estado fallido?
El problema de seguridad es complejo y no se arregla solo con mano dura, sino haciendo reformas estructurales profundas que generen esperanza a cientos de miles de jóvenes que llegan a la edad laboral y no encuentran trabajo. Su opción es trabajar en un centro de llamadas, la economía informal, irse a EE. UU. o entrar en la infantería del crimen organizado. La juventud está en clarísima situación de riesgo por ausencia de oportunidades. Todo ello refleja la crisis del neoliberalismo: se agotó un paradigma que hace 30 años nos ofreció la prosperidad y el crecimiento.
¿Cómo generar un nuevo modelo?
Hay que empezar por un movimiento social activo. Vivimos una democracia en la versión acuñada por Joseph Schumpeter: como un procedimiento para elegir cuál de las élites va a gobernar el país; una simple movilización de ciudadanos el día de las votaciones. Es una visión muy limitada y que ha sido cuestionada. La izquierda y la derecha coinciden en que las reglas de derecho democrático no se pueden evadir, pero los movimientos de verdadera izquierda buscan una democracia participativa con justicia social.
¿Qué ocurre si no se da?
Es una democracia de baja calidad y con hechos que atentan contra su sostenimiento, que es lo que vivimos hoy en Guatemala. ¿Cómo es posible pensar en democracia si hay miles de ciudadanos desciudadanizados, limitados en sus derechos por la pobreza? Los movilizan clientelarmente por migajas, y en esto incluyo el asunto de Mi Familia Progresa, un programa que podría ser bueno, pero actualmente es vulnerable a hacerlo de uso clientelar.
Debería haber metas claras y registros fieles.
Que haya transparencia. No estoy de acuerdo con que se le llame populista, que es un término que acuñó la derecha para criticar lo que no les parece. Sin embargo, creo que podría hacerse un uso clientelar, si no es integral.
¿Qué necesitaría el próximo gobernante?
Es importante que un político se rodee de un grupo de analistas, asesores que tengan un expertaje en distintos temas. Pero no solo de tecnócratas, sino gente que tenga una posición ideológica y, sobre todo, que asuma la responsabilidad de sus posturas y decisiones.
DATOS: Carlos Figueroa Ibarra (1952) Doctor en Sociología y profesor de la Universidad de Puebla.
Especializado en estudios sobre violencia política
Autor de Paz Tejada. Militar y revolucionario (2001) y
Los que siempre estarán en ninguna parte: la desaparición forzada (1999)
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Prensa Libre / Weekend. Pág. 4. Guatemala, viernes 23 de
julio de 2010. |
¿En el umbral del posneoliberalismo?
El investigador del
posgrado de sociología de la Universidad de Puebla, Carlos Figueroa Ibarra, analiza los procesos políticos que se han dado en México, Guatemala, Venezuela, Ecuador y Bolivia dentro de lo que llama la crisis del neoliberalismo. Sobre todo es interesante el caso de Guatemala, que desde su punto de vista ilustra los obstáculos que deben superarse para lograr una transformación social, en donde no hay movimientos sociales, economía fuerte, pero sí poderes fácticos y un Estado muy pobre.
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Siglo XXI / Magacín. Pág. 4. Guatemala, domingo 25 de julio de 2010. |
¿Continuidad del levantamiento?
El sociólogo Sergio Palencia reseña una obra que aborda las complejidades de los levantamientos sociales y la disputa electoral dentro del marco de la democracia estatal.
T: Sergio Palencia I: Alejandro Azurdia
Presentación del libro
tareas más complicadas que tiene ante sí un sociólogo o un historiador es precisamente demarcar temporalmente un proceso social humano. El solo hecho de querer establecer cuándo ha acabado o iniciado un proceso vivo y conflictivo presenta, desde ya, el grave peligro de reducirlo a un parteaguas histórico. La pregunta que da título al reciente libro de Figueroa implica cuestiones de suma importancia, relacionadas con una reflexión sobre la actualidad en América Latina: ¿estamos en los linderos de una nueva forma de protesta y crítica social? Si las movilizaciones sociales de Bolivia, Ecuador y Venezuela se han constituido como luchas antineoliberales, ¿qué es lo que se está construyendo en sus respectivos contextos? En todo caso lo que está planteando Figueroa es un análisis de las circunstancias políticas, económicas y sociales de las luchas en países que han tenido como telón de fondo la Guerra Fría.
Probablemente en Guatemala muchos sean los que consideran, sea con nostalgia o con alivio, que las luchas actuales se remiten más al Sur que a países como el nuestro. Pero si se logra salir de esta mirada simplista, tendremos frente a nosotros todo un enmarañado contexto interrelacionado con los procesos de cambio y lucha de Bolivia o Ecuador. ¿Que acaso los tsunami blancos inspirados por el “mártir” Rosenberg no compartían con los golpistas hondureños su aversión a todo lo que recordara Chávez, fuese o no justificado? ¿Acaso las élites “libertarias” que promueven ProReforma no buscan “curar en salud” el considerado peligro de que los indígenas, los trabajadores y el “pueblo llano” en Guatemala luchen por una Constituyente de revuelta social como en Ecuador? Si, y sólo si, se vinculan estas luchas sociales tan lejanas geográficamente, con los temores y las esperanzas politizadas en nuestro contexto social, podrá captarse la importancia de la serie de reflexiones que contiene el libro de Figueroa para Guatemala, México y el Sur.
El libro de Figueroa analiza las complejidades propias de los levantamientos sociales y la disputa electoral dentro del marco de la democracia estatal. La configuración de lo que él llama la resistencia civil puede realizarse de manera distinta según el contexto. Es distinto hablar de democracia luego de la Guerra del Agua en Bolivia que en las elecciones mexicanas entre López Obrador y Calderón.
Este dilema entre movimiento social e institucionalización del cambio atraviesa todo el libro de Figueroa; sea en los consejos ciudadanos venezolanos y/o la oficialidad chavista, las organizaciones comunitarias bolivianas y/o el MAS. No obstante, Figueroa percibe estos problemas entre emancipación local y nacional como continuidad del levantamiento. El paso de la lucha directa a la lucha mediada por el Estado es necesario para él. Es así como Figueroa otorga mayor mérito a las políticas reivindicativas estatales que a las meras «negaciones» no partidistas, como considera al zapatismo. De esta forma el carácter contradictorio de la revolución mediada por otros queda incólume; la meta se convierte en gobernar un Estado no controlado por el capital.
Es necesario saber que Figueroa no busca aquí mostrar las contradicciones entre Estado y revolución social. No se problematiza este hecho, más bien se concibe al capital como forma exterior a las relaciones sociales a través de la separación entre lo político y lo económico. ¿Qué quiere decir esto? La organización estatal se plantea como un medio para llevar a cabo políticas de cambio social en la banca, la propiedad y las relaciones entre dominantes y subalternos. Esto no demerita para nada el análisis que elabora de los conflictos actuales como la relación entre Estado y partidos, narcotráfico, militarización y criminalización de los conflictos sociales. Qué decir del detallado análisis sobre Álvaro Colom y su gobierno en el contexto del narcotráfico, los poderes ocultos del Ejército y las posturas de los sectores empresariales. Finalizando, el libro de Figueroa tiene dos grandes méritos: los análisis políticos y, segundo, lo que no dijo, lo que hace falta reflexionar y buscar, todo de quien lucha fuera de las luces del sistema estatal.
Figueroa Ibarra, Carlos. (2010). ¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina. Guatemala: F&G editores – FLACSO. 197 pp
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