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Siglo XXI / Magacín. Pág. 13. Guatemala, domingo 19 de julio de 2009. |
Por: Eddy Roma La intersección de tres espirales, conocida como triskel en idioma gaélico, representa para los celtas la unión entre el bien y el mal, así como lo que ya trascendió a éstos. El narrador Javier Mosquera Saravia (Guatemala, 1960) encuentra ideal la analogía del triskel con Espirales, su primera novela. La obra entrelaza historias que se encuentran, se separan y vuelven a juntarse entre Guatemala, México y Galicia. Por línea paterna, Javier desciende de inmigrantes gallegos. Las impresiones que recibió durante la visita a la tierra de sus antepasados marcan una impronta muy fuerte en Espirales: “Había estado por dos o tres lugares de España, y no tiene nada que ver una localidad con la otra. Galicia es absolutamente verde, con montañas, y la gente tiende mucho a ser medio mítica. Los españoles dicen que los gallegos son muy suyos. Les parece gente extraña, un poco parecida a los guatemaltecos, porque nunca se sabe en lo que están pensando”. Javier ha publicado tres libros de cuentos: Laberintos y rompecabezas (2005), Angélica en la ventana (2004) y Dragones y escaleras y otros… cuentos (2002). “Lo importante es el conflicto, no importa si se resuelve o no”, opina acerca del cuento. La novela le planteaba varios retos: “Lo que uno recuerda generalmente de las novelas es el personaje: Cara de Ángel en El señor presidente, La Maga en Rayuela. Para ir llegando al discurso novelesco hay que ir armando al protagonista”. Santiago es el personaje central en el primer libro de larga duración de Javier. “Creo que es el reflejo de muchas de las personas de mi generación, y más de las que participaron ya sea activa o indirectamente en el movimiento armado”, refiere Javier. Santiago recoge la vacilación entre el compromiso revolucionario y el deseo de mantenerse al margen. Mujeres fuertes A través de comentarios de sus lectores, Javier se enteró de la fuerza emocional que poseen los personajes femeninos de sus cuentos. Acá son notables los comportamientos de Airana y Ramona, que ejercen atracción e influencia sobre Santiago. “Creo que las mujeres en Guatemala tienen una fuerza que no se las reconocemos los hombres”, expresa.. “En una colonia marginal te das cuenta que la mayor parte de las mujeres son abandonadas. Ellas son las que tienen que levantar a los hijos, las que tienen que trabajar, las que los tienen que educar, las que los tienen que sacar adelante. En Guatemala, muchas veces, las que son la fortaleza de la familia son las mujeres”. Uno de los epígrafes de Espirales pertenece a la poeta gallega Rosalía de Castro. Ella se pregunta, en unos versos, “¿para qué escribo?”. Ese, dice Javier, es uno de los problemas que se enfrenta al escribir, “y por eso lo puse cuando empecé la novela. Uno se pregunta cómo jugar a intentar ser original, contar algo nunca oído, cuando lo que se hace es reescribir historias que se han escrito muchas veces. ¿Uno para qué escribe? Es decir con la propia voz historias que ya se han contado. La gracia es ponerle la voz del escritor y del tiempo en el que lo está escribiendo”. Lector activo La novela ya estaba en manos del editor cuando Javier lo detuvo: “Perame, voy a modificar una voz que no me gusta”. “El trabajo del escritor es corregir y corregir y corregir, según mi punto de vista, hasta que uno diga que ya no lo puede hacer mejor”. A Mosquera le gustaría que la historia que cuenta se prolongara en la mente de quien lo lee: “Es el lector el que tiene que decidir qué es lo que para él significó la obra, y yo no tengo derecho a decirle que su lectura esté equivocada. Al final, ojalá cada persona hiciera su propia novela y se atreviera a escribirla”.
PRESENTACIÓN |
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Prensa Libre / Cultura. Pág. 48. Guatemala, jueves 30 de julio de 2009. |
Mosquera Javier Mosquera partió al exilio en la década de 1980, y cuando volvió ya no era el mismo país, en el mejor y en el peor de los sentidos. En su búsqueda, estudió la carrera de Letras en la Universidad del Valle y empezó a escribir, con pasión, como una necesidad de recuperar recuerdos dispersos. Un poco a la manera del personaje de su novela Espirales, a Javier le “hablan” aquellos tiempos y él no puede más que responderles. “Esta no es una obra histórica ni refleja personas reales, aunque sí tiene algunas referencias a lo que se vivió en el país”, dijo.
¿Por qué eligió el gallego para esos fragmentos fantasmales que le hablan al personaje?
¿Cuánto tiempo llevó el proceso de esta novela?
A veces hay una especie de “casualidades”: cosas que le suceden a los personajes en un instante exacto, debido a una combinación de circunstancias...
Presentación |
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Diario de Centroamerica / La Revista. Pág. 14. Guatemala, viernes 4 de septiembre de 2009. |
Espirales Después de un recorrido bastante prolífico por los cuentos, Javier Mosquera se lanzó a la carrera de fondo: una novela. El autor crea un mundo inquietante. El protagonista deambula entre la locura y la razón, es incapaz de enterrar el pasado y lo carga como un cadáver por su anodina vida. Mosquera hace un retrato impresionista de la guerra en Guatemala, de las torturas y las desapariciones forzadas, que a la vez hacen sombra a un presente indescifrable. La lectura atrapa, el lector se mantendrá atento al doloroso intento por dejar los lastres: una metáfora de la historia real de muchos. | AGV | DCA |
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Prensa Libre / Weekend. Pág. 4. Guatemala, viernes 25 de septiembre de 2009. |
Javier Mosquera Saravia presenta en esta novela una narrativa hilada con maestría, en la que hace gala de sus conocimientos literarios. Su pluma hace que lo absurdo y lo incomprensible se deriven de situaciones comunes, pero de manera que las hace plausibles, pero como en un sueño. |
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Siglo XXI / Magacín. Pág. 5. Guatemala, domingo 27 de septiembre de 2009. |
Por: Eddy Roma F: Cecilia Cobár Eddy Roma reseña la primera novela de Javier Mosquera Saravia. Es una colección de relatos superpuestos que pretenden convencernos de algo: “Si a veces la vida parece un círculo, en realidad es una espiral”. El gallego nutrió con su población y su imaginario a países como Cuba, Argentina y Brasil. Tal es su influencia, que a todo peninsular le llaman gallego, no importan-do si es de origen castellano, valenciano o leonés. Algunos probaron fortuna en otros territorios, y de ahí proviene la estirpe paterna del narrador Javier Mosquera Saravia (Guatemala, 1961), autor de libros de cuentos como Laberintos y rompecabezas (2005) y Angélica en la ventana (2004). Espirales, su reciente producción, es su primera novela. Aparte de hacerlo personaje de chistes, el saber popular identifica al gallego con cierto gusto por la magia y la mitología. Sus raíces celtas, comunes a Escocia e Irlanda, el verdor del paisaje, ciertas inscripciones talladas en piedra, y algunos parajes remotos, contribuyen a dar la impresión de que el tiempo se detuvo y permitió la supervivencia de conocimientos que poco a poco se revelan ante el visitante. Los sueños y las alucinaciones tienen una participación notoria en Espirales, lo mismo que algunas pistas colocadas cada cierto número de páginas para que el lector se involucre y entregue su aporte a la historia. Es una de las constantes de la obra de Javier: sacar al lector de la contemplación pasiva y sumarlo a la acción como un creador más. El recorrido a través de Es-pirales obliga al principiante a seguir con atención los cambios de tiempo, narradores y escenarios. El lector habituado a estos procedimientos, en cambio, notará que los episodios se suceden como en las vueltas de una espiral, uniendo sus bordes en distintas épocas y lugares: la costa gallega, las calles de Ginebra, un departamento situado en el Distrito Federal mexicano, y los ataques con metralla a poblaciones y facultades universitarias en Guatemala. Espirales no se centra en un solo tema: algunos capítulos tienen un carácter autonómico que les permite funcionar como relatos sueltos. En estos ambientes transcurren casi 30 años de la vida de Santiago. Nieto de un emigrante gallego, Santiago padece de una inercia vital que se ve sacudida, en distintas etapas, por la aparición de tres mujeres: Ainara, su amor de juventud, que decide unirse a la guerrilla; Ramona, pequeña sacerdotisa que acude a lecturas y hierbas para ayudarlo a salir de los recuerdos que le atormentan; Anxeliña, joven escultora que emerge como una aparición invocada por los versos del romance Preciosa y el aire, de Federico García Lorca. En una entrevista con Ronald Flores, acerca de Angélica en la ventana, Javier mencionaba que “la mayoría de personajes femeninos de esos cuentos representan un ideal del que me he enamorado durante mucho tiempo”. Espirales amplía tal fascinación. Santiago admira el vigor de Ainara y se deja conducir por Ramona a rituales, bailes y encuentros. Es crítico con los oportunismos que brotaron tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, y una alucinación le permite cobrar una deuda de guerra. Se oye decir, cuando se trata de liquidar asuntos pendientes, que debe cerrarse el círculo. Con la figura de la espiral, Javier supera esa idea y propone una posibilidad mucho más abierta y rica en encuentros: “En la vida no existen los círculos. Y por una razón muy simple: el tiempo. Si estuviéramos detenidos, los sucesos podrían repetirse. Pero como nos ‘movemos’, creer que se vuelve al mismo punto es sólo una ilusión. Ya se está más adelante. Si a veces la vida pare-ce un círculo, en realidad es una espiral”. Con ayuda del abuelo, esa aparición que le susurra palabras en gallego, idioma que Santiago poco a poco aprende y que el lector roe hasta obtener una interpre-tación, se despejará el camino bloqueado por la pérdida de Ainara y entrevisto con el auxilio de Ramona. “Los círculos son cerrados”, aprende Santiago. “Las espirales, abiertas. Y esa es una gran ventaja, ya que pueden entrelazarse unas con otras. Por eso las vidas se cruzan. Dos, tres y hasta más”. Las vidas que se cruzan en una página de novela, un perfil de Facebook y un rostro familiar adivinado desde la lejanía. |
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Siglo XXI / Magacín. Pág. 8. Guatemala, domingo 27 de diciembre de 2009. |
Espirales El lector va a encontrar aquí un intento de descifrar el mecanismo que acomoda las situaciones comunes y las transforma en incomprensibles, trágicas, absurdas o increíbles. Pero tal vez esta novela sea también la creencia de que en algún lugar debe existir por lo menos un sueño, aunque sólo sea el de la esperanza de nunca perder la esperanza. |
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